22 de junio de 2009

Romance de la viuda enamorada

Siempre pegada a tu muro
y al filo de tus almenas;
siempre rondando el castillo
de tu amor; siempre sedienta
de una sed mala y amarga
de desengaño y arena.
¿Por qué te querré yo tanto?
¿Por qué viniste a mi senda?
¿Quién hizo brillar tus ojos
en la noche de mi pena?
¿Qué lluvia de mal cariño
quiso convertirme en yedra,
que va creciendo y creciendo
pegada a tu primavera?
¡Ay, qué montaña de amor
tengo sobre mi cabeza!
¡Ay, qué río de suspiros
pasa y pasa por mi lengua!
Yo estaba en mis campos hondos,
allí en Castilla la Vieja,
durmiéndome entre molinos
y coplas rubias de siega
y era mi vida una noria
monótona y polvorienta.
Mis hijos venían del campo
con sus camisas abiertas
y en el pulso de sus hombros
reclinaba mi cabeza.
Así, un día y otro día,
allí en Castilla la Vieja...
Una tarde (por los nardos
subía la primavera...)
una tarde vi tu sombra
que venía por la senda
dentro de un traje de pana,
tres vueltas de faja negra
y una voz dura y redonda
lo mismo que una pulsera.
-Buenas tardes, ¿Hay trabajo?
-Sí- te dije toda llena
de un escalofrío lento
que me sacudió las venas
y que me quitó de encima
diez años de vida muerta,
bordando en mi enagua oscura
una rosa dulce y tierna.
-Está bien- fueron tus gracias,
y, doblando la chaqueta,
te sentastes a mi lado
en el borde de la senda.
Vive este amor de silencio
y entre silencio se quema,
en una angustia de horas
y en un sigilo de puertas.
El pueblo ya lo murmura
en una copla que rueda
todo el día por el campo
y, de noche, en la taberna.
Dicen que si soy vïuda,
y sacan el muerto a cuestas;
dicen que si por mis hijos
me debía dar vergüenza...
Dicen, tantas cosas, tantas
que las paredes se llenan
de vidrios y maldiciones
y hasta a veces de blasfemias.
Mi hijo el mayor (veinte años,
dulce y moreno) con pena
me habló esta mañana:
-Madre,ese traje no te sienta,
ni esas flores, ni ese pelo,
ni ese pañuelo de hierbas...
Yo no me atreví a mirarlo
y me sentí muy pequeña,
como si fuese mi madre
la que hablándome estuviera.
-Por nosotros, tú no debes
vestirte de esa manera...¡
Ay, por vosotros! Os di
todo el trigo de mi era;
todavía de vosotros
mi cintura tiene huellas
¡Sangre mía que anda y vive
y a mí me va haciendo vieja!
¿Pero es que yo ya no tengo
derecho a querer? ¿Qué ciega
ley me prohíbe que al sol
deje mis rosas abiertas?
¿Y que me mire al espejo
y que me vista de fiesta
y que en mi jardín antiguo
florezca la primavera...?
¡Ay, qué montaña de amor
tengo sobre la cabeza!
¡Ay, qué río de suspiros
pasa y pasa por mi lengua!
¡Canten, hablen, cuenten, digan,
pueblo, niños, hombres, viejas,
que yo de tanto quererle
no sé si estoy viva o muerta!
¡Quiero y quiero y quiero y quiero!
Están en flor mis macetas;
cien ruiseñores heridos
cantan amor en mis venas
y me duele la garganta
y está mi voz hecha piedra
de tanto decir: "¡Te quiero
como a ninguno quisiera!"


Rafael de Leon

12 de junio de 2009

La rosa y el viento

En la Alhambra había una rosa
más bonita que ninguna,
La blancura de las fuentes
envidiaba su blancura,
De noche cuando la Alhambra
se iba vistiendo de luna
Bajaba el viento a Granada
en busca de su hermosura.
La rosa se distraía oyendo
los surtidores,
Mientras el viento gemía
de amor en los miradores.
Ay mi rosa de la Alhambra,
rosa de la morería,
Haré lo que tú me mandes
contar de que seas mía.
Manda a repicar campanas
que yo las repicaré
Manda que se seque el tarro
y no volverá a correr.
Pero por amor de Dios,
Pero por amor de Dios,
No mandes que no te quiera
porque eso no puedo yo.
Pasó la Reina una tarde
a la verita de la rosa,
Si la rosa era de nieve,
la reina era ma hermosa,
Y cortándola del tallo
con mano de terciopelo
Con un alfiler de plata
la prendió sobre su pelo.
Y por la noche la Alhambra
mientras la rosa moría,
Llorando en los arroyanes
el viento triste decía.
Ay mi rosa de la Alhambra,
rosa de la morería,
Haré lo que tú me mandes
contar de que seas mía.
Manda a repicar campanas
que yo las repicaré
Manda que se seque el tarro
y no volverá a correr.
Pero por amor de Dios,
Pero por amor de Dios,
No mandes que no te quiera
porque eso no puedo yo.

Rafael de Leon

10 de junio de 2009

La boca

Boca que arrastra mi boca:
boca que me has arrastrado:
boca que vienes de lejos
a iluminarme de rayos.

Alba que das a mis noches
un resplandor rojo y blanco.
Boca poblada de bocas:
pájaro lleno de pájaros.

Canción que vuelve las alas
hacia arriba y hacia abajo.
Muerte reducida a besos,
a sed de morir despacio,
das a la grama sangrante
dos fúlgidos aletazos.
El labio de arriba el cielo
y la tierra el otro labio.


Beso que rueda en la sombra:
beso que viene rodando
desde el primer cementerio
hasta los últimos astros.
Astro que tiene tu boca
enmudecido y cerrado
hasta que un roce celeste
hace que vibren sus párpados.


Beso que va a un porvenir
de muchachas y muchachos,
que no dejarán desiertos
ni las calles ni los campos.
¡Cuánta boca enterrada,
sin boca, desenterramos!


Beso en tu boca por ellos,
brindo en tu boca por tantos
que cayeron sobre el vino
de los amorosos vasos.
Hoy son recuerdos, recuerdos,
besos distantes y amargos.


Hundo en tu boca mi vida,
oigo rumores de espacios,
y el infinito parece
que sobre mí se ha volcado.


He de volverte a besar,
he de volver, hundo, caigo,
mientras descienden los siglos
hacia los hondos barrancos
como una febril nevada
de besos y enamorados.


Boca que desenterraste
el amanecer más claro
con tu lengua. Tres palabras,
tres fuegos has heredado:
vida, muerte, amor. Ahí quedan
escritos sobre tus labios.


Miguel Hernandez

9 de junio de 2009

Romance de aquel hijo

Hubiera podido ser
hermoso como un jacinto
con tus ojos y tu boca
y tu piel color de trigo,
pero con un corazón
grande y loco como el mío.
Hubiera podido ir,
las tardes de los domingos,
de mi mano y de la tuya,
con su traje de marino,
luciendo un ancla en el brazo
y en la gorra un nombre antiguo.
Hubiera salido a ti
en lo dulce y en lo vivo,
en lo abierto de la risa
y en lo claro del instinto,
y a mí... tal vez que saliera
en lo triste y en lo lírico,
y en esta torpe manera
de verlo todo distinto.
¡Ay, qué cuarto con juguetes,
amor, hubiera tenido!
Tres caballos, dos espadas,
un carro verde de pino,
un tren con cuatro estaciones,
un barco, un pájaro, un nido,
y cien soldados de plomo,
de plata y oro vestidos.
¡Ay, qué cuarto con juguetes,
amor, hubiera tenido!
¿Te acuerdas de aquella tarde,
bajo el verde de los pinos,
que me dijiste: ?
¡Qué gloriacuando tengamos un hijo! ?
Y temblaba tu cintura
como un palomo cautivo,
y nueve lunas de sombra
brillaban en tu delirio.
Yo te escuchaba, distante,
entre mis versos perdido,
pero sentí por la espalda
correr un escalofrío...
Y repetí como un eco:
«¡Cuando tengamos un hijo!...»
Tú, entre sueños, ya cantabas
nanas de sierra y tomillo,
e ibas lavando pañales
por las orillas de un río.
Yo, arquitecto de ilusiones
levantaba un equilibrio
una torre de esperanzas
con un balcón de suspiros.
¡Ay, qué gloria, amor, qué gloria
cuando tengamos un hijo!
En tu cómoda de cedro
nuestro ajuar se quedó frío,
entre azucena y manzana,
entre romero y membrillo.
¡Qué pálidos los encajes,
qué sin gracia los vestidos,
qué sin olor los pañuelos
y qué sin sangre el cariño!
Tu velo blanco de novia,
por tu olvido y por mi olvido,
fue un camino de Santiago,
doloroso y amarillo.
Tú te has casado con otro,
yo con otra hice lo mismo;
juramentos y palabras
están secos y marchitos
en un antiguo almanaque
sin sábados ni domingos.
Ahora bajas al paseo,
rodeada de tus hijos,
dando el brazo a... la levita
que se pone tu marido.
Te llaman doña Manuela,
llevas guantes y abanico,
y tres papadas te cortan
en la garganta el suspiro.
Nos saludamos de lejos,
como dos desconocidos;
tu marido sube y bajala chistera;
yo me inclino,y tú sonríes sin gana,
de un modo triste y ridículo.
Pero yo no me doy cuenta
de que hemos envejecido,
porque te sigo queriendo
igual o más que al principio.
Y te veo como entonces,
con tu cintura de lirio,
un jazmín entre los dientes,
de color como el del trigo
y aquella voz que decía:
«¡Cuando tengamos un hijo!...»
Y en esas tardes de lluvia,
cuando mueves los bolillos,
y yo paso por tu calle
con mi pena y con mi libro
dices, temblando, entre dientes,
arropada en los visillos:
«¡Ay, si yo con ese hombre
hubiera tenido un hijo!...»

Rafael de Leon

Duda

¿Por qué tienes ojeras esta tarde?
¿Dónde estabas, amor, de madrugada,
cuando busqué tu palidez cobarde
en la nieve sin sol de la almohada?

Tienes la línea de los labios fría,
fría por algún beso mal pagado;
beso que yo no sé quién te daría,
pero que estoy seguro que te han dado.

¿Qué terciopelo negro te amorena
el perfil de tus ojos de buen trigo?
¿Qué azul de vena o mapa te condena

al látigo de miel de mi castigo?
¿Y por qué me causaste esta pena
si sabes, ¡ay amor! que soy tu amigo?




Rafael de Leon

Pena y alegria del amor

Mira cómo se me pone
la piel cuando te recuerdo.

Por la garganta me sube
un río de sangre fresco
de la herida que atraviesa
de parte a parte mi cuerpo.
Tengo clavos en las manos
y cuchillos en los dedos
y en mi sien una corona
hecha de alfileres negros.

Mira cómo se me pone
la piel ca vez que me acuerdo
que soy un hombre casao
y sin embargo, te quiero.

Entre tu casa y mi casa
hay un muro de silencio,
de ortigas y de chumberas,
de cal, de arena, de viento,
de madreselvas oscuras
y de vidrios en acecho.
Un muro para que nunca
lo pueda saltar el pueblo
que anda rondando la llave
que guarda nuestro secreto.
¡Y yo sé bien que me quieres!
¡Y tú sabes que te quiero!
Y lo sabemos los dos
y nadie puede saberlo.

¡Ay, pena, penita, pena
de nuestro amor en silencio!
¡Ay, qué alegría, alegría,
quererte como te quiero!

Cuando por la noche a solas
me quedo con tu recuerdo
derribaría la pared
que separa nuestro sueño,
rompería con mis manos
de tu cancela los hierros,
con tal de verme a tu vera,
tormento de mis tormentos,
y te estaría besando
hasta quitarte el aliento.
Y luego, qué se me daba
quedarme en tus brazos muerto.

¡Ay, qué alegría y qué pena
quererte como te quiero!

Nuestro amor es agonía,
luto, angustia, llanto, miedo,
muerte, pena, sangre, vida,
luna, rosa, sol y viento.
Es morirse a cada paso
y seguir viviendo luego
con una espada de punta
siempre pendiente del techo.

Salgo de mi casa al campo
sólo con tu pensamiento,
para acariciar a solas
la tela de aquel pañuelo
que se te cayó un domingo
cuando venías del pueblo
y que no te he dicho nunca,
mi vida, que yo lo tengo.
Y lo estrujo entre mis manos
lo mismo que un limón nuevo,
y miro tus inicialesy las repito en silencio
para que ni el campo sepa
lo que yo te estoy queriendo.

Ayer, en la Plaza Nueva,
—vida, no vuelvas a hacerlo—
te vi besar a mi niño,
a mi niño el más pequeño,
y cómo lo besarías
—¡ay, Virgen de los Remedios!—
que fue la primera vez
que a mí me distes un beso.

Llegué corriendo a mi casa,
alcé mi niño del suelo
y sin que nadie me viera,
como un ladrón en acecho,
en su cara de amapola
mordió mi boca tu beso.

¡Ay, qué alegría y qué pena
quererte como te quiero!

Mira, pase lo que pase,
aunque se hunda el firmamento,
aunque tu nombre y el mío
lo pisoteen por el suelo,
y aunque la tierra se abra
y aun cuando lo sepa el pueblo
y ponga nuestra bandera
de amor a los cuatro vientos,
sígueme queriendo así,
tormento de mis tormentos.

¡Ay, qué alegría y qué pena
quererte como te quiero!



Rafael de Leon

8 de junio de 2009

Filtro rojo

Porque hasta mí llegaste silenciosa,
la ardiente exaltación de mi elocuencia
derrotó la glacial indiferencia
que mostrabas, altiva y desdeñosa.

Volviste a ser la de antes.
Misteriosa,como un rojo clavel tu confidencia
reventó en una amable delincuencia
con no sé qué pasión pecaminosa.

Claudicó gentilmente tu arrogancia,
y al beber el locuaz vino de Francia,
¡oh, las uvas doradas y fecundas!

Una aurora tiñó tu faz de armiño,
¡y hubo en la jaula azul de tu corpiño
un temblor de palomas moribundas!

Evaristo Carriego

Despues del olvido

Porque hoy has venido, lo mismo que antes,
con tus adorables gracias exquisitas,
alguien ha llenado de rosas mi cuarto
como en los instantes de pasadas citas.

¿Te acuerdas?... Recuerdo de noches lejanas,
aun guardo, entre otras, aquella novela
con la que soñabas imitar, a ratos,
no sé si a Lucía no sé si a Graziela.

Y aquel abanico, que sentir parecel
a inquieta, la tibia presión de tu mano;
aquel abanico ¿te acuerdas? trasunto
de aquel apacible, distante verano...

Y aquellas memorias que escribiste un día!-
un libro risueño de celos y quejas-.
¡Rincón asoleado! Rincón pensativo
de cosas tan vagas, de cosas tan viejas!...

Pero no hay los versos: ¡Qué quieres!...
¡Te fuiste!-¡Visión de saudades, ya buenas, ya malas!-
La nieve incesante del bárbaro hastío
¿no ves? ha quemado mis líricas alas....

¿Para qué añoranzas? Son filtros amargos
como las ausencias sus hoscos asedios...
Prefiero las rosas, prefiero tu risa
que pone un rayito de sol en mis tedios.

Y porque al fin vuelves, después del olvido,
en hora de angustias, en hora oportuna,
alegre como antes, es hoy mi cabeza
una pobre loca borracha de luna!


Evaristo Carriego

Evaristo Carriego

Argentina, 1883-1912)Poeta argentino nacido en la ciudad de Paraná, capital de la provincia de Entre Ríos. Poeta bohemio que cantó las pasiones y tragedias de los humildes o la paradoja de la alegría triste de los barrios. Su infancia:A los seis años fue enviado a la escuela primaria de la ciudad de Buenos Aires. Era corto de vista, defecto físico que le impidió ingresar en el Colegio Militar. Con veinte años se introdujo en los círculos intelectuales de la capital, donde le gustaba recitar sus versos. De 1904 a 1908 publicó infinidad de composiciones poéticas en diarios y revistas, y en éste año apareció su primer y único libro en vida, Misas Herejes, cuyo contenido se conocía ya casi totalmente por las publicaciones en los periódicos. La crítica, le dispensó una acogida favorable; sobre todo, por su aparente sentido realista y en oposición a las corrientes simbolistas que la poesía argentina había llevado hasta ese momento. Su poesía:Su poesía, de versos sencillos, canta los hechos cotidianos del porteño barrio de Palermo, donde transcurrió su vida. Borges lo conoció personalmente porque era amigo de su padre y frecuentemente lo visitaba en su casa, y dijo haber descubierto la poesía de sus labios durante los extensos recitados que Carriego hacía de poemas de Almafuerte. Ultimos años de vida:En los últimos años de su vida la jovialidad fue cediendo a la melancolía y al retraimiento espiritual. Son los años en que canta dulcemente y resignadamente a todos los que sufren en silencio. Esta aprensión se agravó con el fallecimiento de su padre, ocurrido poco antes del suyo. Murió en 1912 a la edad de 29 años. El libro póstumo La canción del barrio (1913), recoge sus últimos poemas. En 1927, vieron la luz sus cuentos, en un tomo titulado Flor de arrabal. Jorge Luis Borges trazó un penetrante ensayo sobre su vida y obra.
(Fuente: http://riie.com.ar/?a=30811)

La belleza y la muerte

La belleza y la muerte son dos cosas profundas,
con tal parte de sombra y de azul que diríanse
dos hermanas terribles a la par que fecundas,
con el mismo secreto, con idéntico enigma.

Oh, mujeres, oh voces, oh miradas, cabellos,
trenzas rubias, brillad, yo me muero, tened
luz, amor, sed las perlas que el mar mezcla a sus aguas,
aves hechas de luz en los bosques sombríos.

Más cercanos, Judith, están nuestros destinos
de lo que se supone al ver nuestros dos rostros;
el abismo divino aparece en tus ojos,

y yo siento la sima estrellada en el alma;
mas del cielo los dos sé que estamos muy cerca,
tú porque eres hermosa, yo porque soy muy viejo.


Victor Hugo

Victor Hugo


El 22 de mayo de 1885 moría Víctor Hugo, a los 83 años de edad. Había nacido en Besançon el 26 de febrero de 1802, hace ahora exactamente 200 años, y su vida y obra han dejado profunda huella en la cultura universal.
En 1811, con apenas 9 años viaja con su madre a España para reunirse con su padre, el General bonapartista Hugo. Tras pasar la frontera, pasan la noche en Hernani. Precisamente el protagonista de uno de sus dramas más conocidos ambientada en la época de Carlos V, llevará el nombre de la villa guipuzcoana.
En 1822, a los veinte años publica su primer libro de poesías "Odas y poesías diversas" y se casa con Adéle Fouchet. En esta época Víctor Hugo es católico y legitimista y además recibe del régimen de Carlos X una pensión. Pero poco después irá madurando y se convertirá, muy joven, en una de las principales figuras del romanticismo. En 1830 se distancia de Adéle y se une a Juliette Drouet, con la que permanecerá unido hasta la muerte de ésta dos años antes de la del propio poeta.
De 1830 a 1840 vive una etapa de efervescencia literaria, produciéndose algunas de sus principales obras, los dramas:Hernani 1830, El rey se divierte 1832, Lucrecia Borgia y María Tudor 1 833,Las hojas de otoño 1831,Los cantos del crepúsculo 1835,Los rayos y las sombras en 1840.Además de su afamada novela Nuestra señora de París, en 1831.
En 1841, entra con 39 años en la Academia. Atraviesa unos años de menor producción literaria y más viajes.
En el verano de 1843 inició un viaje a la región de los Pirineos occidentales, donde permanecerá entre el 20 de julio y el 26 de agosto de este año. Es un viaje iniciado en Burdeos que se continúa por Bayona, Biarritz, Pasajes, Lezo, Pamplona, Pau, Cauterets, Gavarnie y Luz Ardiden. Se trata de una región geográfica sobre la que recaerá la visión poderosa y penetrante de Víctor Hugo, aportando descripciones románticas e informadas.
Estas descripciones se dirigían a su yerno Carlos Vacquerie y a su hija Leopoldina. Precisamente ésta muere ahogada en el estuario del Sena el 4 de septiembre, pocos días después de regresar el poeta de su viaje, acontecimiento que marcará la trayectoria de Víctor Hugo, impidiendo, en primer lugar la publicación de este libro de viajes que sólo verá la luz después de la muerte del escritor.
En febrero de 1848 participa en la revolución que proclama la II República, pero ante la inestabilidad que se produce en París y buena parte de Europa, Víctor Hugo vuelve a sus orígenes bonapartistas, apoyando al nieto de Napoleón Luis Napoleón, proclamado presidente de la República. Pero las pretensiones absolutistas de éste (En 1853, habrá un autogolpe en el que Luis Napoleón se proclama "Emperador de los franceses", harán que Víctor Hugo reconozca su error y se exilie. Residirá largos años en la localidad de Guernesey, en Jersey, isla británica en el Canal.
A partir de 1852 y hasta su muerte en 1885, acentuará sus rasgos liberales y republicanos

Al cortejo fúnebre, asistió mas de un millón de personas por las calles de París. En su testamento legó a los pobres toda su fortuna que ascendía a 20.000 francos de la época.

6 de junio de 2009

La ciega

Los ojazos más llenos de amores
eran los de Rosa,
que irradiaban envuelta en fulgores
honda sed de vivir querenciosa.

Yo no sé de las dos cuál sería
pena más doliente:
porque Rosa quedó ciega un día
la dejó de querer su Vicente.

No fue objeto el galán que olvidaba
de extraños enojos,
porque el mundo entendió que adoraba
la negrura y la luz de unos ojos,

y los soles que él viera tan francos
al amor abiertos
se quedaron inertes y blancos
como siempre se quedan los muertos.

Al rincón de lo inútil de casa
sentóse la ciega
a esperar una muerte que pasa
si el dolor con la vida le ruega;

que en dejar se complace sangrando
y a medias su obra,
el consuelo mejor alejando
del rincón donde está lo que sobra.

Y, en lugar de la muerte, entró un día
una voz humana
que en la calle de Rosa decía:
«Pues Vicente se casa con Juana.»

Y la ciega sintió más intensal
a triste negrura,
porque no hay nube negra más densa
que una nube de horrible amargura.

II

—¡Hermanito! ¡Clemente! ¡Clemente!
—¿qué quieres hermana?—
Yo te juro que adoro a Vicente
y que no quiero mal a la Juana...

¡Que me creas!...—Que sí te lo creo;
Mas... deja esas cosas...—
Yo te juro que no es mi deseo
recrearme en venganzas odiosas...

¡Que me creas, Clemente!—
Sí, hija;¡si sé que eres buena!
Pero no quiero yo que te aflija
semejante recuerdo de pena.

—No es venganza; mas óyeme, hijo:
—¿Qué quieres, hermana?—
Ven más cerca, más cerca...
—Y le dijo—:¡Que le saques los ojos a Juana!...

Jose Maria Gabriel y Galan

Jose Maria Gabriel y Galan

José María Gabriel y Galán nació el 28 de junio de 1870 en Frades de la Sierra, pequeño pueblo de la provincia de Salamanca que en aquellos tiempos formaba parte de Castilla la Vieja y en la actualidad, Salamanca es una de las nueve provincias que componen la autonomía de Castilla y León (España). Sus padres se dedicaban al cultivo de la tierra y la ganadería en terrenos de su propiedad, dos de las producciones típicas del campo charro salmantino. Su economía era la propia de quienes se dedicaban a la labranza y al cuidado de los animales por aquellos años finales del siglo XIX.Su infancia la pasa en su pueblo natal y allí en su escuela aprende las primeras letras. A los 15 años se traslada a la capital, Salamanca, donde prosigue sus estudios. Para no cargar más la economía familiar, se buscó un trabajo en un almacén de tejidos que alternaba con sus estudios. De esta estancia en la capital salmantina, datan sus primeros escritos en verso, que al darlos a conocer a sus amistades, es elogiado y estimulado a que continúe escribiendo poesías.En 1888 obtiene el título de maestro de escuela y es destinado al pueblo de Guijuelo, distante 20 Km. de su pueblo natal. Tras una corta estancia en la escuela de este pueblo, se traslada a Madrid para estudiar en la Escuela Normal Central. En la capital de España reside por poco tiempo, pues esta ciudad cosmopolita despierta en José María un cierto rechazo, puesto de manifiesto en alguna de las cartas que escribe a sus amigos, en que la moteja bajo la denominación de "Modernópolis" . Después, su nuevo destino de maestro de escuela es a Piedrahita, (Ávila). Allí se dedica a la pedagogía sirviéndose de los nuevos conocimientos adquiridosen su paso por la Escuela Normal Central de Madrid. Se tienen conocimientos de este periodo de su estancia en Piedrahita, a través de las cartas que escribe a algunos amigos, las cuales firmaba con el seudónimo de "El solitario", tal era el bajo estado de ánimo en el que el joven maestrose encontraba por entonces.José María Gabriel y Galán se iba perfilando como un muchacho triste, melancólico y muy sensible y atento al mundo que le rodeaba. De convicciones profundamente religiosas recibidas de su madre, doña Bernarda, son sus primeras poesías el fiel reflejo de sus creencias. En una de las cartas enviada a un amigo, podemos averiguar lo que opinaba el sensible poeta sobre el castigo inhumano que para su moral suponía la pena de muerte, aplicada en España por entonces: «... pasado mañana, dará la justicia en esta localidad, el triste espectáculo de la ejecución del reo de un crimen cometido en una dehesa de este partido judicial, hace ya dos años. Dios lo recoja en el cielo...»De su monótona vida de soledad y tristeza que por aquel tiempo caracterizaba al joven poeta, vino a sacarle el enamoramiento con Desideria, hacia el año 1893. Cuatro años después, en diciembre de 1897 anunciaba su casamiento con Desideria, ("mi vaquerilla" como solía llamarla cariñosamente). El 26 de enero de 1898, en una iglesia de Plasencia, contraían matrimonio José María y Desideria.A partir de ese instante, la vida del joven poeta experimenta un cambio radical; abandona su dedicación de maestro en la escuela de Piedrahita, y se traslada al pueblo cacereño de Guijo de Granadilla, en donde se encarga de la dirección y administración de una gran dehesa extremeña denominada "El Tejar", propiedad del tío de su esposa. Encuentra así, la calma que necesita el espíritu sensible de nuestro poeta: la dedicación al cultivo del campo y del alma. Debido al sosiego que esta nueva ocupación le proporciona, y debido también a su sensibilidad y sus dotes de agudo observador, se dedica a escribir lo que le inspira el nuevo entorno en el que se desenvuelve. Poesías de pura raigambre racial, retratan las vidas de los humildes labriegos que trabajan y habitan en la dehesa; de los pobladores de aquellos pequeños núcleos rurales extremeños; de los amoríos entre los pastorcillos y las jóvenes zagalillas...En ese pueblo nace su primer hijo (Jesús, 1898), lo cual le inspira para componer la poesía «El Cristu benditu» con la que inicia sus famosas EXTREMEÑAS en las que el empleo de la lengua vernácula, "el castúo", aroma y vivifica la musa del poeta. En esa poesía refleja el autor la vida gris que pasó en su primera juventud y el gran cambio hacia la alegría que experimenta con su nuevo empleo y el nacimiento de su hijo.La observación minuciosa de las gentes pueblerinas de los alrededores, le lleva a decir un día a un amigo: «...las gentucas de las aldeas, al par que cosas buenas, tienen miserias y roñas morales que repugnan al estómago más fuerte, se necesita mucha calidad y mucha paciencia para vivir entre ellas...» En otra ocasión confiesa a un amigo, a través de la correspondencia epistolar: «...yo no tengo más amigos, en sentido estricto de la palabra, que uno de mis criados. Voy dejándome vivir, agua abajo, agua abajo, sin prisa alguna...»Su segundo hijo nace el 27 de febrero de 1901. En septiembre de ese mismo año, convocado por la universidad de Salamanca, se celebran unos juegos florales. A ellos concurre Gabriel y Galán con la poesía titulada "El ama". Preside el jurado del certamen el insigne rector de la universidad salmantina, filósofo, escritor y poeta, Miguel de Unamuno. El 3 de septiembre se da a conocer el fallo del jurado, que recae en la obra presentada por Gabriel y Galán; en ella, el autor había plasmado con gran hondura poética, todos los vivos recuerdos que guardaba de su madre, recia mujer de Castilla que le animó en sus comienzos literarios, y muerta unos años antes. En dicha poesía, nuestro poeta se mete en el personaje de su padre y desde esa ensoñación relata la vida de la pareja al frente de una gran finca imaginada que bien le pudo inspirar su realidad vivida al frente de la que él ya dirigía en Guijo de Granadilla. El 15 de septiembre de 1901, se celebran en la ciudad de Salamanca los juegos florales, en los que, en solemne acto, es entregada "la flor natural" a Gabriel y Galán, como premio a su bella poesía "El ama". Debido a la huella que dejó la poesía ganadora y a la amistad surgida de tal evento entre los dos poetas, a partir de aquel momento, Unamuno y Gabriel y Galán comienzan una asidua correspondencia epistolar.A partir de ahí se empieza a dar a conocer como joven y singular poeta. Publica su libro de poesías titulado "Castellanas". El éxito adquirido por esta publicación hace que el autor vuelva a dar a la luz su segundo libro titulado "Extremeñas" y poco tiempo después, un tercero de título "Nuevas castellanas".En 1902 triunfa en los juegos florales de Zaragoza; al año siguiente obtiene los galardones de la flor natural, en los juegos florales de Murcia, de Lugo y de Sevilla. La fama con que irrumpía este joven poeta, en el panorama de la popularidad, adquiría un vertiginoso crecimiento en corto espacio de tiempo. El año 1903 es premiado por el ayuntamiento de Guijo de Granadilla con el galardón de «Hijo Adoptivo» de este pueblo cacereño perteneciente a la comarca natural de Las Hurdes. Para corresponder con toda gratitud a tal nombramiento, prepara una bella poesía titulada "Sólo para mi lugar" que es estrenada y recitada por su autor en tan solemne acto, el lunes 13 de abril de 1903.En 1904 recibe un homenaje en Argentina a resultas de ser premiada su poesía "Canto al trabajo".Toda su poesía se desenvuelve en una atmósfera campesina y rural. Él supo cantar como nadie, la belleza del alma sencilla de los campesinos extremeños y salmantinos. Hizo poesía de lo más paupérrimo de las sencillas gentes de la entonces paupérrima comarca natural de "Las Hurdes" que luego supo retratar el español-mexicano Luis Buñuel con su film "Tierra sin pan".Su extensa y valiosa obra es de una excelente y sublime sencillez, con la utilización de palabras y frases exenta de artificiales filigranas y sofisticaciones, que son el mimbre con el que va construyendo una poesía popular de alta sonoridad y cuidada rima, que cala fácilmente en el entendimiento de los menos instruidos en las artes literarias. Su verso recorre una amplia gama de medidas que va desde el hexasílabo hasta el hexadecasílabo. Sus estrofas más usadas son el romance, la cuarteta, la redondilla, la quintilla, la sextilla y el serventesio.Sus poesías publicadas se agrupan bajo los títulos:Campesinas; Castellanas; Religiosas; Extremeñas; Cuentos y poesías; Nuevas Castellanas; Poesías; etc...En las poesías escritas en la lengua vernácula extemeña, "el castúo" y en alguna que otra expresión de un lenguaje popular, para hacer notar que no pertenecen al correcto idioma castellano-español, van resaltadas en letra cursiva.* * *El 6 de enero de 1905, con 35 años no cumplidos, a consecuencia de una pulmonía mal curada, muere nuestro joven poeta en Guijo de Granadilla (Cáceres), en donde su ayuntamiento mantiene la casa que habitó, como museo en donde mostrar los objetos personales más entrañables del poeta junto con manuscritos y libros, donados por sus descendientes.Con esta selección de sus mejores y más descriptivas poesías, intentamos hacer un sentido homenaje en el recuerdo a este incomparable poeta del humilde campo castellano y extremeño.

(Fuente:http://www.los-poetas.com/a/galanbio.htm)

5 de junio de 2009

Farewell

Desde el fondo de ti, y arrodillado,
un niño triste, como yo, nos mira.
Por esa vida que arderá en sus venas
tendrían que amarrarse nuestras vidas.
Por esas manos, hijas de tus manos,
tendrían que matar las manos mías.
Por sus ojos abiertos en la tierra veré
en los tuyos lágrimas un día.

II
Yo no lo quiero, Amada.
Para que nada nos amarre que no nos una nada.
Ni la palabra que aromó tu boca, ni lo que no dijeron las palabras.
Ni la fiesta de amor que no tuvimos, ni tus sollozos junto a la ventana.

III
(Amo el amor de los marineros que besan y se van.
Dejan una promesa. No vuelven nunca más.
En cada puerto una mujer espera: los marineros besan y se van.
Una noche se acuestan con la muerte en el lecho del mar.)

IV
Amo el amor que se reparte en besos, lecho y pan.
Amor que puede ser eterno y puede ser fugaz.
Amor que quiere libertarse para volver a amar.
Amor divinizado que se acerca Amor divinizado que se va.

V
Ya no se encantarán mis ojos en tus ojos,
ya no se endulzará junto a ti mi dolor.
Pero hacia donde vaya llevaré tu mirada
y hacia donde camines llevarás mi dolor.
Fui tuyo, fuiste mía. ¿Qué más?
Juntos hicimos un recodo en la ruta donde el amor pasó.
Fui tuyo, fuiste mía. Tu serás del que te ame,
del que corte en tu huerto lo que he sembrado yo.
Yo me voy. Estoy triste: pero siempre estoy triste.
Vengo desde tus brazos. No sé hacia dónde voy.

...Desde tu corazón me dice adiós un niño. Y yo le digo adiós.

Pablo Neruda

Solea del amor imposible

Déjame, solo, en mi calle,
con mi farol y mi arena,
y esta barca de suspiros
con una cruz en la vela.
déjame, solo, en mi calle,
con mi mentira y mi pena,
y esta batalla de gritos
sin capitán ni bandera.

Mi calle ésta, desde anoche,
roja de amor y verbena,
turbia de besos y barro,
tibia de lunas y menta.
Mi casa está, desde anoche,
deslumbradora de estrellas,
con bombos por los rincones
y risas por las esteras.

Y yo te quiero, y te quiero,
y, sin embargo, quisiera
no tener pecho de espuma
ni corazón de candela.
Y yo te quiero y te quiero,
Y, sin embargo, quisiera
que mi amor se hubiera roto
como un vidrio en tu presencia.
Y yo no quiero quererte,
pero tu Amor se me enreda
lo mismo que una serpiente
de yerbaluisa y canela.

¿Para qué viniste anoche,
locura de mi verbena...?
¿Para qué viniste anoche,
si estaba mi agua serena,
y el corazón ya se había
acostumbrado a mi pena...?
¡Que yo no puedo quererte...!
¡Que tengo mi sangre en deuda!
¡Que en mi voz tengo candados
y en mi corazón cancelas!
¡Que mi caricia y mi grito
me obedecen a otras riendas,
y mi garganta y mis ojos
ya son almendro y almendras
en un cuello sin pecado
y en dos ojos de inocencia!

Anda..., vete de mi calle,
olvídate de mi puerta,
y déjame solo, ¡solo!,
con mi mentira y mi pena.

¡Ay, qué amargura sin nombre!
¡Ay, qué amargura sin tregua!,
éstas de quererte tanto,
y mentir de esta manera,
diciéndote con la copla
negra y agria de mi pena:


“Quítame el beso de anoche,
déjame, solo en mi calle,
y olvídate de mi nombre.”


Manuel Benitez Carrasco

Solea del amor generoso

Ni un suspiro a mi cuidado
contestando a mi suspiro;
fuiste de duro zafiro
siendo de vidrio quebrado.
Ni un rosal viejo y gastado
merecí de tus antojos;
sólo me diste despojos
de tu zarzal y tu roca
que me sangraron la boca
y me cegaron los ojos.
Ni una mirada siquiera
ni una palabra sencilla,
ni siquiera la semilla
de una sonrisa ligera.
Cuando yo te daba entera
mi flor de luna y de todo
tú... pagabas a tu modo,
y así, mientras mi hidalguía
te daba cuanto tenía,
te di mi templo y mis ritos,
mi boca llena de gritos,
mis ojos llenos de llanto,
te di tanto... ¡tanto, tanto!
que darte más no podía,
y cuando ya no había
nada en casa que pidieras,
yo para que no dijeras
tú me lo negabas todo.
¿Qué te di? ¡Nada...! ¡Nada!
Mi beso recién comprado
y en la fragua del costado
una hoguera desbocada.
Te di mi huerta cercada
llena de rosas y lirios,
te di la voz y los cirios
de mis noches en desvela,
y un corazón sin cancela
roto de tantos martirios.
Te di mi risa y mi canto,
te di la casa vacía.
Pero... ¿para qué te digo
cosas que no han de llegarte?
Caña frágil que se parte
no entiende de mi buen trigo,
y ya ves: ni te maldigo.
¿Para qué? Desde aquel día,
tu bajeza y mi hidalguía
se definen de este modo:
Tú me lo negaste todo,
yo te di cuanto tenía.


Manuel Benitez Carrasco

Solea del amor indiferente

¿Rencores?.. ¿Por qué rencores?
No le va a mi señorío
guardarle rencor a un río
que fue regando mis flores.
Tú me diste los mejores
cristales de tu corriente,
y no sería decente
maldecirte por despecho,
si sé que tienes derecho
a dar o negar la fuente.
Debo estarte agradecido
por tu generosidad;
tú me diste por bondad
lo que yo di por cumplido.
Me brindaste tu latido,
tu boca nunca besada,
tu carne nunca estrenada,
tus ojos siempre empañados
y los potros alocados
de tu amor en llamarada.
Me diste el beso primero
que es el que más atosiga,
y me diste la fatiga
de un cariño verdadero.
Me diste luna y estero,
tu corazón sin celaje,
me diste todo el encaje
de tu caricia en mi pelo,
y me regalaste el cielo
en tus ojos sin paisaje.
Por eso yo, bien nacido,
ni te odio ni te aborrezco,
al contrario, te agradezco
todo lo que me has querido.
No me importa si te has ido
con tu barca hacia otro mar,
que yo no te puedo odiar
por esa mala partida,
ya que odiar es, en la vida,
un cierto modo de amar.
Ni te vengas a mi lado
para pedirme perdón,
el perdón es la razón
de volver a lo pasado,
y lo pasado... acabado,
que pasó... porque pasó.
¡Déjame que viva yo
sin perdón y sin rencores,
porque... por más que me llores
lo nuestro ya se acabó!

Manuel Benitez Carrasco

4 de junio de 2009

El perro cojo

La pata coja colgando,
como una inútil piltrafa,
pasó el perro por mi lado.
Un perro de pobre casta,
uno de esos, callejero,
pobre de sangre y de estampa,
nacen en cualquier rincón
de perras tristes y flacas,
destinados a comer
basura de plaza en plaza.
Si pequeños por el qué,
fino y ágil de la infancia,
baloncitos de peluche,
-tibios borlones de lana-
los miman, los acurrucan,
los sacan al sol, les cantan.
De mayores, por el qué
conque se les fue la gracia,
los dejan a su ventura,
mendigos de casa en casa,
sus hambres por los rincones
y su sed sobre las charcas...
¡Y que tristes ojos tienen! ,
¡Qué recóndita mirada!,
como si en ella pusieran
su dolor a media asta ...
y se mueren, de tristeza,
a la sombra de una tapia
si es que un lazo no les da
una muerte anticipada.
Yo lo llamo: psi, psi, psi...
Todo orejas asustadas,
todo hociquito curioso,
toda sed, hambre, nostalgia,
el perro escucha mi voz,
olfatea mis palabras,
como esperando o temiendo,
pan, caricias o pedradas.
No en vano lleva marcado
un mal recuerdo en su pata.
Lo vuelvo a llamar: psi, psi ... ,
dócil a medias, avanza,
moviendo el rabo con miedo
y las orejitas gachas.
Chasco los dedos le digo:
ven aquí, no te hago nada,
vamos , vamos, ven aquí...
Y adiós a la desconfianza.
Que ya se tiende a mis pies,
a tiernos aullidos habla,
ladra para hablar más fuerte,
salta, gira, gira, salta,
lloran, ríen, ríen lloran,
lengua, orejas, ojos, patas
y el rabo es un incansable
abanico de palabras.
Es su alegría tan grande
que, más que hablarme, me canta.
¿Qué piedra te dejó cojo...?,
si, si ¡malhaya, malhaya!
El perro me entiende, sabe
que maldigo la pedrada:
aquella pedrada dura
que le destrozó la pata
y con el rabo me está
agradeciendo la lástima.-
Pero tú no te preocupes,
ya no ha de faltarte nada.
Yo también soy callejero,
aunque de distintas plazas
y a patita coja y triste,
voy de jornada en jornada.
Las piedras que me tiraron,
me dejaron coja el alma.
Entre basuras de tierra
tengo mi pan y mi almohada ...
Vamos pues perrito mío,
vamos ¡anda que te anda!,
con nuestra cojera a cuestas
con nuestra tristeza en andas;
yo, por mis calles oscuras,
tú por tus calles calladas,
tú la pedrada en el cuerpo,
yo la pedrada, en el alma ...
y cuando mueras amigo,
yo te enterraré en mi casa,
bajo un letrero: - aquí yace,
un amigo de mi infancia -
Y en el cielo de los perros,
pan tierno y carne mechada,
te regalará San Roque,
una muleta de plata.
Compañero, si los hay,
amigo, dónde los haya,
mi perro y yo por la vida,
pan pobre, rica compaña.
Era joven y era viejo,
por más que yo lo cuidaba,
el tiempo malo pasado
lo dejó medio sin alma,
fueron muchas hambres, mucho
peso para sus tres patas.
Y una mañana, en el huerto,
debajo de mi ventana,
lo encontré, tendido, frío,
como una piedra mojada ...
Como un duro musgo, el pelo
con el rocío brillaba.
Ya estaba mi pobre perro
muerto de las cuatro patas.
Hacia el cielo de los perros,
se fue, anda que te anda,
las orejas de relente
y el hociquito de escarcha.
Portero y dueño del cielo,
San Roque en la puerta estaba,
ortopédico de mimos,
cirujano de palabras,
bien surtido de recambios
con que curar viejas taras:
- Para ti... un rabo de oro;
para ti... un ojo de ámbar;
tú... tus orejas de nieve;
tú... tus colmillos de escarcha;
tú ... - y mi perro le reía - ,
tú, ... ¡tu muleta de plata!
Ahora ya sé, por que está
la noche agujereada,
¿estrellas? , ¿luceros? ¡ No !
es mi perro que cuando anda,
con la muleta va haciendo,
agujeritos de plata ...




Manuel Benitez Carrasco

Tus cinco toritos negros

Contra mis cinco sentíos,
tus cinco toritos negros:
torito negro tus ojos,
torito negro tu pelo, ..
torito negro tu boca,
torito negro tu beso,
y el más negro de los cinco
tu cuerpo, torito negro.

Barreras puse a mis ojos,
tus ojos me las rompieron.
Barreras puse a mi boca,
tu boca las hizo leño.
Puse mi beso en barreras,
tu beso las prendió fuego.
Barreras puse a mis manos,
las hizo sombra tu pelo.
y puse barreras duras
de zarzamora a mi cuerpo,
y saltó sobre las zarzas
el tuyo, torito negro.

¡Deja, que no quiero verte!
¡Déjame, que no te quiero!

Y luego monté mis ojos
sobre un caballo de miedo;
tus ojos me perseguían
como dos toritos negros.
y luego metí mis manos
bajo un embozo de fuego;
...tu pelo se me enredaba
igual que un torito negro.
y luego junté mi boca'
contra la cal de mi encierro;
...tu boca estaba acechando
igual que un torito negro.
y luego mordí mi almohada
para contener mi beso;
tu beso me corneaba
igual que un torito negro.
y luego arañé mi carne,
de tentación y deseo,
para que no gritara
que yo te estaba queriendo;
y tu cuerpo encandilado
mimbre, luna, bronce y fuego
se me plantó ante mis ojos
igual que un torito negro.

¡Deja, que no quiero verte!
¡Déjame, que no te quiero!

El aire del cuarto estaba
temblando con tu recuerdo.
Cien caballos en mis venas,
al galope por mi cuerpo;
y yo, jinete sin rienda,
luchando por contenerlos.
Cien herreros en mi boca,
trabajando con mis besos,
y yo queriendo ser fragua
para poder deshacerlos.

Cien voces en mi garganta
gritándome que te quiero,
y yo, ¡mentira infinita!,
gritando que no te quiero.
Salí a por aire al balcón...
me tropecé con el cielo;
aquel cielo quieto y hondo,
verde, blanco, azul y negro,
igual que el de aquella noche
de nuestro primer encuentro,
en que me hirieron al paso
tus cinco toritos negros.

Y me acordé de aquel aire
que jugaba con tu pelo
como un niño a quien le gustan
los caracolillos negros.

Y me acordé de aquel rayo
de luna, fino y torero,
que puso dos banderillas
de luz en tus ojos negros.

Y de aquel dolor de labios
que nos quedó de aquel beso,
y de aquel dolor de brazos,
y de aquel dolor de huesos
y de aquella caracola
de amor, que quedó por dentro
con un mar de amor dormido;
" ¡que te quiero!, ¡que te quiero!"
y se me escapó la voz..,;
grité: " ¡Te quiero!, ¡te quiero!"
Y ya no junté mi boca
contra la cal de mi encierro,
y ya no mordí mi almohada
para contener mi beso,
y ya no arañé mi carne
de tentación y deseo.
Pegué mi boca a tu boca,
junté mi beso a tu beso,
y otra vez aquel dolor
de cintura, brazo y huesos...
pensando en aquella noche
de nuestro primer encuentro.

¡Te quise siempre! ¡Te quise!
¡Te quiero siempre! ¡Te quiero!

Aunque no puedo quererte,
¡te quiero!.
Aunque no debo quererte,
¡te quiero!
Aunque en cunas de tu casa
se está meciendo un almendro
¡te quiero!
Aunque yo tengo dos lirios
que se me cuelgan del cuello,
¡te quiero!

y aunque ponga mis barreras
de zarzamora y sarmiento
para que nunca la salten
tus cinco toritos negros:
torito negro tus ojos,
torito negro tu pelo,
torito negro tu boca,
torito negro tu beso,
y el más negro de los cinco
tu cuerpo, torito negro.
¡Te quise siempre! ¡Te quise!
¡Te quiero siempre! ¡Te quiero!

Manuel Benitez Carrasco

Verguenza

Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa
como la hierba a que bajó el rocío,
y desconocerán mi faz gloriosa
las altas cañas cuando baje al río.

Tengo vergüenza de mi boca triste,
de mi voz rota y mis rodillas rudas;
ahora que me miraste y que viniste,
me encontré pobre y me palpé desnuda.

Ninguna piedra en el camino hallaste
más desnuda de luz en la alborada
que esta mujer a la que levantaste,
porque oíste su canto, la mirada.

Yo callaré para que no conozcan
mi dicha los que pasan por el llano,
en el fulgor que da a mi frente tosca
y en la tremolación que hay en mi mano...

Es noche y baja a la hierba el rocío;
mírame largo y habla con ternura,
¡que ya mañana, al descender al río,
la que besaste llevará hermosura!


Gabriela Mistral

Meciendo


El mar sus millares de olas

mece, divino.

Oyendo a los mares amantes,

mezo a mi niño.

El viento errabundo en la noche

mece los trigos.

Oyendo a los vientos amantes,

mezo a mi niño.

Dios Padre sus miles de mundos

mece sin ruido.

Sintiendo su mano en la sombra

mezo a mi niño.

Gabriela Mistral

Gabriela Mistral


(Vicuña 1889 - Nueva York 1957)
Lucila Godoy, llamada Gabriela Mistral (conocida mejor como Gabriela Mistral), escritora chilena. Hija de un maestro rural, que abandonó el hogar a los tres años del nacimiento de Gabriela, la muchacha tuvo una niñez difícil en uno de los parajes más desolados de Chile. A los 15 años publicó sus primeros versos en la prensa local, y empezó a estudiar para maestra. En 1906 se enamoró de un modesto empleado de ferrocarriles, Romelio Ureta, que, por causas desconocidas, se suicidó al poco tiempo; de la enorme impresión que le causó aquella pérdida surgieron sus primeros versos importantes. En 1910 obtuvo el título de maestra en Santiago, y cuatro años después se produjo su consagración poética en los juegos florales de la capital de Chile; los versos ganadores- Los sonetos de la muerte- pertenecen a su libro Desolación (1922), que publicaría el instituto de las Españas de Nueva York. En 1925 dejó la enseñanza, y, tras actuar como representante de Chile en el Instituto de cooperación intelectual de la S.D.N., fue cónsul en Nápoles y en Lisboa. Vuelta a su patria colaboró decisivamente en la campaña electoral del Frente popular (1938), que llevó a la presidencia de la república a su amigo de juventud P. Aguirre Cerda. En 1945 recibió el premio Nobel de literatura; viajó por todo el mundo, y en 1951 recogió en su país el premio nacional.
En 1953 se le nombra Cónsul de Chile en Nueva York. Participa en la Asamblea de Las Naciones Unidas representando a Chile. En 1954 viene a Chile y se le tributa un homenaje oficial. Regresa a los Estados Unidos.
El Gobierno de Chile le acuerda en 1956 una pensión especial por la Ley que se promulga en el mes de noviembre.
En1957, después de una larga enfermedad, muere el 10 de enero, en el Hospital General de Hempstead, en Nueva York. Sus restos reciben el homenaje del pueblo chileno, declarándose tres días de duelo oficial. Los funerales constituyen una apoteosis. Se le rinden homenajes en todo el Continente y en la mayoría de los países del mundo.
La obra poética de Gabriela Mistral surge del modernismo, más concretamente de Amado Nervo, aunque también se aprecia la influencia de Frédéric Mistral (de quién tomó el seudónimo) y el recuerdo del estilo de la Biblia. De algunos momentos de Rubén Darío tomó, sin duda, la principal de sus características: la ausencia de retórica y el gusto por el lenguaje coloquial. A pesar de sus imágenes violentas y su gusto por los símbolos, fue, sin embargo, absolutamente refractaria a la "poesía pura", y, ya en 1945, rechazó un prólogo de P. Valéry a la versión francesa de sus versos. Sus temas predilectos fueron: la maternidad, el amor, la comunión con la naturaleza americana, la muerte como destino, y, por encima de todos, un extraño panteísmo religioso, que, no obstante, persiste en la utilización de las referencias concretas al cristianismo. Al citado Desolación siguieron los libros Lecturas para mujeres destinadas a la enseñanza del lenguaje (1924); Ternura (1924), canciones para niños; Tala (1938); Poemas de las madres (1950), y Lagar (1954). Póstumamente se recogieron su Epistolario (1957) y sus Recados contando a Chile (1957), originales prosas periodísticas, dispersas en publicaciones desde 1925.
(Archivos de la Universidad Jaime I)


(Fuente:http://www.los-poetas.com/)

3 de junio de 2009

Capricho

Escrútame los ojos sorpréndeme la boca,
sujeta entre tus manos esta cabeza loca;
dame a beber veneno, el malvado veneno
que moja los labios a pesar de ser bueno.
Pero no me preguntes, no me preguntes nada
de porqué lloré tanto en la noche pasada;
las mujeres lloramos sin saber, porque sí.
Es esto de los llantos pasaje baladí.
Bien se ve que tenemos adentro un mar oculto,
un mar un poco torpe, ligeramente estulto,
que se asoma a los ojos con bastante frecuencia
y hasta lo manejamos con una dúctil ciencia.
No preguntes amado, lo debes sospechar:
en la noche pasada no estaba quieto el mar.
Nada más. Tempestades que las trae y las lleva
un viento que nos marca cada vez costa nueva.
Si, vanas mariposas sobre jardín de Enero,
nuestro interior es todo sin equilibrio y huero.
Luz de cristalería, fruto de carnaval
decorado en escamas de serpientes del mal.
Así somos, ¿no es cierto? Ya lo dijo el poeta:
deseamos y gustamos la miel en cada copa
y en el cerebro habemos un poquito de estopa.
Bien. No, no me preguntes. Torpeza de mujer,
capricho, amado mío, capricho debe ser.
Oh, déjame que ría. ¿No ves que tarde hermosa?
Espínate las manos y córtame una rosa.

Alfonsina Storni

La caricia perdida

Se me va de los dedos la caricia sin causa,
se me va de los dedos ... En el viento, al rodar,
la caricia que vaga sin destino ni objeto,
la caricia perdida, ¿quién la recogerá?

Pude amar esta noche con piedad infinita,
pude amar al primero que acertara a llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida rodará... rodará...

Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
si estremece las ramas un dulce suspirar,
si te oprime los dedos una mano pequeña
que te toma y te deja, que te logra y se va,

si no ves esa mano ni la boca que besa,
si es el aire quien teje la ilusión de llamar,
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
en el viento fundida ¿me reconocerás?

Alfonsina Storni

El divino amor

Te ando buscando, amor que nunca llegas,
te ando buscando, amor que te mezquinas,
me aguzo por saber si me adivinas,
me doblo por saber si te me entregas.


Las tempestades mías, andariegas,
se han aquietado sobre un haz de espinas;
sangran mis carnes gotas purpurinas
porque a salvarme, ¡oh niño!, te me niegas.


Mira que estoy de pie sobre los leños,
que aveces bastan unos pocos sueños
para encender la llama que me pierde.


Sálvame, amor, y con tus manos puras
trueca este fuego en límpidas dulzuras
y haz de mis leños una rama verde.



Alfonsina Storni

Dulce tortura

Polvo de oro en tus manos fue mi melancolía
sobre tus manos largas desparramé mi vida;
mis dulzuras quedaron a tus manos prendidas;
ahora soy un ánfora de perfumes vacía.


Cuánta dulce tortura quietamente sufrida
cuando, picada el alma de tristeza sombría,
sabedora de engaños, me pasada los días
¡besando las dos manos que me ajaban la vida!

Alfonsina Storni

1 de junio de 2009

Mujer que abre litorales

Eres mujer de marinas,
mujer que abre litorales.
El aire de las mañanas,
blanco, es el aire tuyo
de sal--y son como velas
al viento, y son banderas
flameando a bordo de los amplios
vestidos tuyos, tan claro

Giorgio Caproni

Giorgio Caproni


Nacido el 7 de enero de 1912 en Livorno, Giorgio Caproni fue sin duda uno de los mayores poetas del siglo XX. Di origini modeste, il padre Attilio è ragioniere e la madre, Anna Picchi, sarta. De orígenes modestos, su padre Attilio es un contador y de la madre, Anna Picchi, modista. George descubre principios de la literatura a través de los libros de su padre, hasta el punto de que siete años para encontrar a su padre en la biblioteca una antología de poetas de Orígenes (i Siciliani, la Toscanos), sigue siendo irremediablemente involucrados y fascinados. . Durante el mismo período dedicado al estudio de la Divina Comedia, que inspirado en "La semilla de las lágrimas" y "El muro de la tierra." Durante el período de la Primera Guerra Mundial, se trasladó con su madre y su hermano Pierfrancesco (mayor que él por dos años) en la casa de un pariente, Bagni Italia, mientras que el padre se llama a las armas.
La muerte de novia Olga Franzoni en 1936 da una pista a la pequeña colección de poesía "Como una alegoría, que se publicó en Génova por el Emiliano Orfini. La trágica muerte de la niña, a causa de septicemia, causa profundo dolor en el poeta como testigo de muchas de sus composiciones de ese período, En 1938, después de la publicación de "Bailando con Fontanigorda" para el editor de Emiliano Orfini, esposa Lina Rettagliata; en el mismo año se trasladó a Roma ya sólo cuatro meses.Al año siguiente fue llamado a las armas, y en mayo de 1939 su primer hijo nació, Silvana. En el estallido de la guerra fue anunciado en la parte delantera de los Alpes Marítimos y en Venecia. En 1951 se dedicó a la traducción de "encontrar tiempo", que será seguido por otras versiones en francés de muchos clásicos de los Alpes.
Elpoeta muere el 22 de enero de 1990 en su casa romana.

Reir llorando

Viendo a Garrik -actor de la Inglaterra-
el pueblo al aplaudirlo le decía:
"Eres el más gracioso de la tierra,y el más feliz..."
Y el cómico reía.

Víctima del spleen, los altos lores
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores,
y cambiaban su spleen en carcajadas.

Una vez, ante un médico famosol
legóse un hombre de mirar sombrío:
"Sufro -le dijo-, un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mío".

"Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importa mi nombre ni mi suerte.
En un eterno spleen, muriendo vivo,
y es mi única ilusión la de la muerte"

.-Viajad y os distraeréis. -
¡Tanto he viajado!-
Las lecturas buscad.
-¡Tanto he leído!-
Que os ame una mujer.
-¡Si soy amado!-
Un título adquirid.
-¡Noble he nacido!-
¿Pobre seréis quizá?
-Tengo riquezas.
-¿De lisonjas gustáis?
-¡Tantas escucho...!
-¿Qué tenéis de familia?
-Mis tristezas.
-¿Vais a los cementerios?
-Mucho... mucho...
-De vuestra vida actual ¿tenéis testigos?
-Sí, mas no dejo que me impongan yugos;
yo les llamo a los muertos mis amigos
yo les llamo a los vivos, mis verdugos.

-Me deja -agrega el médico- perplejo
vuestro mal, y no debo acobardaros;
tomad hoy por receta este consejo:
"Sólo viendo a Garrik podréis curaros".
-¿A Garrik?-
Sí, a Garrik... La más remisa
y austera sociedad le busca ansiosa;
todo aquel que lo ve muere de risa,
¡tiene una gracia artística asombrosa!

-¿Y a mí me hará reír?-
¡Ah sí, os lo juro!;
él sí, nada más él, mas... ¿qué os inquieta?
-Así -dijo el enfermo-, no me curo:¡yo soy Garrik!...
cambiadme la receta.

¡Cuántos hay que cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reir como el actor suicida,
sin encontrar para su mal remedio!

¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora
el alma llora, cuando el rostro ríe!

Si se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos nuestra planta pisa,
lanza a la faz la tempestad del alma
un relámpago triste: la sonrisa.

El carnaval del mundo engaña tanto,
que las vidas son breves mascaradas;
aquí aprendemos a reír con llanto,
y también a llorar con carcajadas.

Juan de Dios Peza

Juan de Dios Peza

Nace en 1852 en la ciudad de México Juan de Dios Peza,quien es bendecido con una preclara inteligencia, a la vez quecon un medio ambiente propicio para desarrollar todos sustalentos, pues al ingresar en 1869 a la Escuela NacionalPreparatoria inmediatamente se convierte en el alumnopredilecto de un gran pensador Mexicano; Ingacio Ramírez,"El Nigromante" Al egresar de ese centro de estudiosingresa a la Escuela de Medicina donde establece granamistad con otro grande de aquel tiempo; Manuel Acuña.Quien lo llega a estimar al grado de llamarlo "hermano". Peza, fue un hombre liberal, el liberalismo estabaen boga en aquella época, su entusiasmo y apasionamientopor dicho movimiento lo llevo a renunciar a sus estudiospara entregarse de lleno al periodismo. En 1878 es nombrado secretario de la legación de Méxicoen España, al lado de Riva Palacio. Y de nuevo su destinolo lleva a unirse a otras grandes luminarias de aquella épocapues en Madrid se rodea y sociabiliza con personajes comoel politico Castelar, y escritores como Núñez de Arce, Campoamory Selgas. Al regresar a México empieza a poner su candidaturapara lograr puestos publicos y es electo diputado al Congresode la Unión. Siguieron otros cargos publicos en lo sucesivo,pero sin abandonar las letras, como poeta tiene un estilo único,es realista a la vez que lleno de infinita ternura. Canta alhogar y a sus hijos. Entre los libros que publico estan:Hogar y Patria, La Lira de la Patria, El Arpa del Amor, Recuerdosy Esperanzas, Flores del Alma y Vinos Festivos. Muere en 1910Año en el cual el pais estaba a punto de entrar en otra gran conflagracion.

(Fuente:http://www.los-poetas.com/)