12 de febrero de 2010

Jaime Sabines


Nació el 25 de marzo de 1926, en Tuxtla Gutiérrez, estado de Chiapas (México). Era hijo de Doña Luz, y del Mayor Jaime Sabines. La familia se mudó a Ciudad de México, donde el futuro poeta terminó sus estudios primarios. El primer año de secundaria lo encontró radicado en Tapachula (Chiapas), para luego continuar sus estudios en su ciudad natal, adonde regresó con los suyos.

Su vocación pareció inclinarse por la Medicina, trasladándose para cursar sus estudios a Ciudad de México, carrera que abandonó en el tercer año, cuando descubrió su inclinación por las letras, graduándose en Lengua y Literatura Españolas en 1949, y realizando estudios de post grado en la Universidad Autónoma de México.
En su obra se confunden temas profundos como el amor, la soledad y la muerte, impregnados por sus propios sentimientos, que se rebelan ante la realidad de una sociedad cambiante y en decadencia. Su mensaje es profundo, apasionado y realista, reflejando crudamente y en lenguaje sencillo, las oposiciones más trascendentes de la vida cotidiana.
En 1950, escribió “Horal”, en 1951 “La señal” y en 1952 “Adán y Eva”.
En 1953, contrajo enlace con Josefa “Chepita” Rodríguez Zebadúa, de cuya unión nacieron sus cuatro hijos.
En 1956, publicó “Tarumba”, recibiendo en 1959 el premio “Chapas”en su ciudad natal, en reconocimiento a su obra. En 1961, crea “Diario semanario y poemas en prosa”, en 1962 “Poemas sueltos”, en 1967 “Yuria” y en 1972 “Maltiempo”. Ese mismo año fue galardonado con el premio Xavier Villaurrutia.
Escribió en 1973 “Algo sobre la muerte del Mayor Sabines”, iniciando a partir de 1976, su actuación política, siendo diputado federal por Chiapas (1976-1979), y por el Distrito Federal (1988) en el Congreso.
En 1982 obtuvo el premio Elías Sourasky y en 1983 el premio Nacional de las Letras.
Víctima de un cáncer, falleció a los 72 años, el 19 de marzo de 1999, en el Distrito Federal.

(Fuente: Poemas del alma)

Te quiero porque tienes....

Te quiero porque tienes

las partes de la mujer en el lugar preciso
y estás completa.
No te falta ni un pétalo,
ni un olor, ni una sombra.

Colocada en tu alma,
dispuesta a ser rocío en la yerba del mundo,
leche de luna en las oscuras hojas.
Quizás me ves,
tal vez, acaso un día,
en una lámpara apagada,
en un rincón del cuarto donde duermes,
soy la mancha, un punto en la pared,
alguna raya que tus ojos, sin ti,
se quedan viendo.

Quizás me reconoces
como una hora antigua
cuando a solas preguntas, te interrogas
con el cuerpo cerrado y sin respuesta.


Soy una cicatriz que ya no existe,
un beso ya lavado por el tiempo,
un amor y otro amor que ya enterraste.
Pero estás en mis manos y me tienes
y en tus manos estoy, brasa, ceniza,
para secar tus lágrimas que lloro.


¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras
me dirás que te amo? Esto es urgente
porque la eternidad se nos acaba.
Recoge mi cabeza. Guarda el brazo
con que amé tu cintura. No me dejes
en medio de tu sangre en esa toalla.

Jaime Sabines

5 de febrero de 2010

COMO DIOS MANDA

Yo me casé por la iglesia,

me casé como Dios manda:
un ramito de azar
mustio sabre la solapa
santiguando los pecados
de un hombre que apunta canas.

Ella vestida de blanco
¡pureza certificada!
Un alfombra hasta la puerta,
organo, misa, campanas,
y un anillo de oro
con una fecha grabada.

Pero fué lo que Dios quiso
por esa cosas que pasan
entre hombres y mujeres
que nadie puede explicarlas.

Ella torció su camino
de la noche a la mañana...
no sé si fueron razones
o fué un cariño que abraza;
pero a nadie...a nadie deseo
ese tormento que mata.

La duda entre ceja y ceja
como un cuchillo clavada,
viendo irse de las manos
algo que se nos escapa.


Nunca le hice reproche
ni le dije una palabra,
pero yo lo presentía,
que el corazón nunca engaña;
y un día.....nos separamos
y aquí la historia se acaba.


Y más solo que la una
me quedé solo en mi casa
con un silencio de muerte
y las puertas empestilladas.

Lo que pasé, Dios lo sabe,
hay penas que nunca se acaban.

****************

Un día encontre´a la otra....
¡La otra!... esa palabra
que sin tener filo muerde
y sin ser cuchillo mata.

La otra.....una mujer de la calle
con un corazón de oro
y una vergüenza en la cara....

Un cariño recio y hondo
fuerte como una muralla
trabajadora y sencilla,
alegre, risueña, casta;
leona pa´defenderme
y una hormiga pa´la casa.

¡Y a esa le llaman la otra!
como una espina que daña...
¡y es la que sufre conmigo
y es la que seca mis lágrimas
y se funde en mi alegría
igual que el oro en la fragua!


¡Sí...yo me casé por la Iglesia
me casé como Dios manda...!
Ella vestida de blanco...
"pureza certificada..."


La otra...ni se ha vestido de blanco
ni le han tocado campanas
ni le han prendido azahares
que a ella no le hacen falta
para ser pura y sencilla
como una fuente sellada...


Y aunque la llamen "la otra"
yo sé que es la mía ¡y basta!
Pero que nadie la toque,
nadie diga una palabra
que pueda ofender su nombre;
que nadie intente humillarla,
que me juego de hombre a hombre
y me mato cara a cara
con quien sea y donde sea.


Que si no tiene un anillo
con una fecha grabada,
yo le he regalado uno
con besos limpios, sin mancha,
y la he vestido de novia
con rayos de luna blanca...


Y aunque no es mi SEÑORA
ni le han tocado campanas
ni le han prendido azahares
Me quiere......¡como Dios manda!

Manuel Benitez Carrasco

El puente

Que mansa pena me da!
El puente siempre se queda y el
agua siempre se va.

I

El rio es andar, andar
hacia lo deconocido;
ir entre orillas vencido
y por vencido llorar.
El rio es pasar, pasar
y ver todo de pasada;
nacer en la madrugada
de un manantial transparente
y morirse tristemente
sobre una arena salada.
El puente es como clavar
voluntad y fundamento;
ser piedra en vilo en el viento,
ver pasar y no pasar.
El puente es como
cruzar aguas que van de vencida;
es darle la despedida
a la vida y a la muerte
y quedarse firme y fuerte
sobre la muerte y la vida.
Espejo tienen y hechura
mi espiritu y mi flaqueza,
en este puente, firmeza,
y en este rio, amargura.

En esta doble pintura
mirate, corazon mio,
para luego alzar con brio
y llorar amargamente,
esto que tienes de puente
y esto que tienes de rio.

II

Que mansa pena me da!

El puente siempre se queda y el
agua siempre se va.

Tristemente para los dos, amor mio,
en el amor, uno es puente y otro, rio.
Bajo un puente de suspiros
agua de nuestro querer;
el puente sigue tendido,
el agua no ha de volver.
Sabes tu, acaso, amor mio,
quien de los dos es el puente, quien, el rio?
Si fui yo rio, que pena
de no ser puente, amor mio;
si fui yo puente, que pena
de que se me fuera el rio.
Agua del desengaño,
puente del olvido;
ya casi ni me acuerdo
que te he querido.
Puente de olvido.
Que dolor olvidarse
de haber querido.

III

Ruinas de mi claridad,
derrumbado en mi memoria
tengo un puente de cristal.
Yo era como un agua clara
cantando a todo cantar,
y sin que me diera cuenta
pasando a todo pasar.
El puente de inocencia
se me iba quedando atras;
un dia volvi los ojos,
que pena!, y no lo vi mas.

IV

Y seguramente, y seguramente
que no lo sabia; de haberlo sabido...
no se hubiera roto el puente...
pero es que no lo sabia?
pero no sabia el puente que yo te queria ?
y seguramente que no lo sabia;
de haberlo sabido.....
no se hubiera roto el puente...!
Pero es que no lo sabia???
Pero no sabia el puente
que yo lo quise pasar
tan solo por verte;
y seguramente que no lo sabia:
de haberlo sabido...
no se hubiera roto el puente.

V

Que miedo me da pensar!
y mientras se van los rios
que miedo me da pensar
que hay un gran rio que pasa
pero que nunca se va.
Dios lo ve desde su puente
y lo llama: eternidad

VI

Dificil conformidad:
el puente dice del rrio:
quien se pudiera marchar!
y el rio dice del puente:
quien se pudiera quedar!!!

VII

Agua, paso por la vida;
piedra, huella de su paso;
rio, terrible fracaso;
puente, esperanza cumplida.
En esta doble partida
procura, corazon mio,
ganarle al agua con brio
esto que tienes de puente,
y que pase buenamente
esto que tienes de rio.
y aqui termino el cantar
de los puentes que se quedan,
de las aguas que se van







Manuel Benitez Carrasco

4 de febrero de 2010

Dadme mi numero

¿Qué es lo que esperan? ¿No me llaman?

¿Me han olvidado entre las yerbas,
mis camaradas más sencillos,
todos los muertos de la tierra?

¿Por qué no suenan sus campanas?
Ya para el salto estoy dispuesta.
¿Acaso quieren más cadáveres
de sueños muertos de inocencia?

¿Acaso quieren más escombros
de más goteadas primaveras,
más ojos secos en las nubes,
más rostro herido en las tormentas?

¿Quieren el féretro del viento
agazapado entre mis greñas?
¿Quieren el ansia del arroyo,
muerta en mi muerte de poeta?

¿Quieren el sol desmantelado,
ya consumido en mis arterias?
¿Quieren la sombra de mi sombra,
donde no quede ni una estrella?

Casi no puedo con el mundo
que azota entero mi conciencia?
¡Dádme mi número! No quiero
que hasta el amor se me desprenda?

(Unido sueño que me sigue
como a mis pasos va la huella.)

¡Dádme mi número, porque si no,
me moriré después de muerta!

Julia de Burgos

1 de febrero de 2010

AVIO DEL ALMA

Si ven que el San Jorge
y la araña pelean,
si anoche
escucharon a los suirirí,
si habló la ranita
y el charque gotea,
seguro que el tiempo
se está por venir.

-Va a cambiar el tiempo
-nos dijo la abuela,
porque han florecido
los tipichata...
va a cambiar,
no ven que las hormigas vuelan
y el viento está dulce
de niño-rupá...
Va a cambiar:
el norte está sacando agua,
y ya van tres días que soplando está;
cielo de ovejitas" "después de un sol de agua",
cuando entre la luna, el tiempo se vendrá...
Ese era el lenguaje sabio de la abuela,
que se hizo en la escuela de un pueblo arandú;
¡va a cambiar, es cosa de tener paciencia,
esa vieja ciencia de los poriajhú!

-Va a cambiar el tiempo-,me acuerdo decía
la abuela esa tarde en que mamá lloró
preparando el bolso, puesto que, partía
rumbo a Buenos Aires mi hermano mayor.
-Aquí está su ropa y aquí está su avío:
le hice una gallina, matambre y chipá;
van unas naranjas y unos pastelitos
y aunque el viaje es largo, pienso, ha de alcanzar...
No olvide su abrigo que es de lana cruda
y lleve el ponchillo que usó su papá...
Y entonces la abuela, como quien ayuda,
tragándose un llanto, volvió a sentenciar:
-Vaya con cuidado; sea manso y prudente,
que Dios y la Virgen le han de acompañar;
para los peligros sepa ser creyente:
Santa Catalina no le va a fallar.
Y en los temporales de la vida tenga
presente a su madre que lo supo alzar
cuando usté era chico contra la tormenta:
venciendo al mal tiempo sólo con rezar...
Sepa que en su alma lleva usté otro avío
que es como una herencia de amor familiar;
se lo dio su gente, su pago querido,
y en su sangre joven se ha de retornar.
Le hablo de esas ganas de brindarse a todos,
del corazón grande, valiente y capaz,
de jugarse entero y encontrar el modo
de salir a flote en la adversidad.
Le hablo de esa mano tendida y abierta,
con el gesto antiguo de la caridad,
mano de CHAMIGO que se da sin vueltas,
del que abre la puerta y ofrece su pan...
Avío del alma hecho de franqueza,
sencillez, respeto, hombría y lealtad...
Ya ve, siendo pobre, lleva una riqueza;
recuerde: se aumenta, compartiéndola.
Y oiga bien, un día cuando cambie el tiempo,
si este avío le dura dentro de su ser,
usté o sus hijos, o acaso sus nietos,
por Dios y la Patria tendrán que volver.
Sepa que yo al irme a "la tierra sin males",
dejaré mis huesos y mi corazón
abonando el suelo del que hoy usté sale
¡y para el que quise siempre lo mejor!!!

Ese era el lenguaje sabio de la abuela
que se hizo en la escuela de, un pueblo arandú;
¡va a cambiar, es cosa de tener paciencia,
esa vieja ciencia de los poriahú!

Julian Zini Villalba