14 de julio de 2009

Penumbra

Nunca podrás ver nada claramente:
todo es zarzal, espinas y maraña.
En vano gastarás toda tu maña
contra el dorado pájaro latente.

Errado el tiro, vuelves bruscamente
el arma hacia otro lado, mas te engaña
la jugada de sol que el árbol baña.
Te vuelves loco y lloras tristemente.

Todo del tonel sale de la vida
tosco, deforme y dando tropezones.
Dejas pasar los años y su herida,

y cuando quieras darte explicaciones
ni te sirvió la espuela ni la brida:
un pétalo fue más que tus razones.


Baldomero Fernandez Moreno

22 de junio de 2009

Romance de la viuda enamorada

Siempre pegada a tu muro
y al filo de tus almenas;
siempre rondando el castillo
de tu amor; siempre sedienta
de una sed mala y amarga
de desengaño y arena.
¿Por qué te querré yo tanto?
¿Por qué viniste a mi senda?
¿Quién hizo brillar tus ojos
en la noche de mi pena?
¿Qué lluvia de mal cariño
quiso convertirme en yedra,
que va creciendo y creciendo
pegada a tu primavera?
¡Ay, qué montaña de amor
tengo sobre mi cabeza!
¡Ay, qué río de suspiros
pasa y pasa por mi lengua!
Yo estaba en mis campos hondos,
allí en Castilla la Vieja,
durmiéndome entre molinos
y coplas rubias de siega
y era mi vida una noria
monótona y polvorienta.
Mis hijos venían del campo
con sus camisas abiertas
y en el pulso de sus hombros
reclinaba mi cabeza.
Así, un día y otro día,
allí en Castilla la Vieja...
Una tarde (por los nardos
subía la primavera...)
una tarde vi tu sombra
que venía por la senda
dentro de un traje de pana,
tres vueltas de faja negra
y una voz dura y redonda
lo mismo que una pulsera.
-Buenas tardes, ¿Hay trabajo?
-Sí- te dije toda llena
de un escalofrío lento
que me sacudió las venas
y que me quitó de encima
diez años de vida muerta,
bordando en mi enagua oscura
una rosa dulce y tierna.
-Está bien- fueron tus gracias,
y, doblando la chaqueta,
te sentastes a mi lado
en el borde de la senda.
Vive este amor de silencio
y entre silencio se quema,
en una angustia de horas
y en un sigilo de puertas.
El pueblo ya lo murmura
en una copla que rueda
todo el día por el campo
y, de noche, en la taberna.
Dicen que si soy vïuda,
y sacan el muerto a cuestas;
dicen que si por mis hijos
me debía dar vergüenza...
Dicen, tantas cosas, tantas
que las paredes se llenan
de vidrios y maldiciones
y hasta a veces de blasfemias.
Mi hijo el mayor (veinte años,
dulce y moreno) con pena
me habló esta mañana:
-Madre,ese traje no te sienta,
ni esas flores, ni ese pelo,
ni ese pañuelo de hierbas...
Yo no me atreví a mirarlo
y me sentí muy pequeña,
como si fuese mi madre
la que hablándome estuviera.
-Por nosotros, tú no debes
vestirte de esa manera...¡
Ay, por vosotros! Os di
todo el trigo de mi era;
todavía de vosotros
mi cintura tiene huellas
¡Sangre mía que anda y vive
y a mí me va haciendo vieja!
¿Pero es que yo ya no tengo
derecho a querer? ¿Qué ciega
ley me prohíbe que al sol
deje mis rosas abiertas?
¿Y que me mire al espejo
y que me vista de fiesta
y que en mi jardín antiguo
florezca la primavera...?
¡Ay, qué montaña de amor
tengo sobre la cabeza!
¡Ay, qué río de suspiros
pasa y pasa por mi lengua!
¡Canten, hablen, cuenten, digan,
pueblo, niños, hombres, viejas,
que yo de tanto quererle
no sé si estoy viva o muerta!
¡Quiero y quiero y quiero y quiero!
Están en flor mis macetas;
cien ruiseñores heridos
cantan amor en mis venas
y me duele la garganta
y está mi voz hecha piedra
de tanto decir: "¡Te quiero
como a ninguno quisiera!"


Rafael de Leon

12 de junio de 2009

La rosa y el viento

En la Alhambra había una rosa
más bonita que ninguna,
La blancura de las fuentes
envidiaba su blancura,
De noche cuando la Alhambra
se iba vistiendo de luna
Bajaba el viento a Granada
en busca de su hermosura.
La rosa se distraía oyendo
los surtidores,
Mientras el viento gemía
de amor en los miradores.
Ay mi rosa de la Alhambra,
rosa de la morería,
Haré lo que tú me mandes
contar de que seas mía.
Manda a repicar campanas
que yo las repicaré
Manda que se seque el tarro
y no volverá a correr.
Pero por amor de Dios,
Pero por amor de Dios,
No mandes que no te quiera
porque eso no puedo yo.
Pasó la Reina una tarde
a la verita de la rosa,
Si la rosa era de nieve,
la reina era ma hermosa,
Y cortándola del tallo
con mano de terciopelo
Con un alfiler de plata
la prendió sobre su pelo.
Y por la noche la Alhambra
mientras la rosa moría,
Llorando en los arroyanes
el viento triste decía.
Ay mi rosa de la Alhambra,
rosa de la morería,
Haré lo que tú me mandes
contar de que seas mía.
Manda a repicar campanas
que yo las repicaré
Manda que se seque el tarro
y no volverá a correr.
Pero por amor de Dios,
Pero por amor de Dios,
No mandes que no te quiera
porque eso no puedo yo.

Rafael de Leon

10 de junio de 2009

La boca

Boca que arrastra mi boca:
boca que me has arrastrado:
boca que vienes de lejos
a iluminarme de rayos.

Alba que das a mis noches
un resplandor rojo y blanco.
Boca poblada de bocas:
pájaro lleno de pájaros.

Canción que vuelve las alas
hacia arriba y hacia abajo.
Muerte reducida a besos,
a sed de morir despacio,
das a la grama sangrante
dos fúlgidos aletazos.
El labio de arriba el cielo
y la tierra el otro labio.


Beso que rueda en la sombra:
beso que viene rodando
desde el primer cementerio
hasta los últimos astros.
Astro que tiene tu boca
enmudecido y cerrado
hasta que un roce celeste
hace que vibren sus párpados.


Beso que va a un porvenir
de muchachas y muchachos,
que no dejarán desiertos
ni las calles ni los campos.
¡Cuánta boca enterrada,
sin boca, desenterramos!


Beso en tu boca por ellos,
brindo en tu boca por tantos
que cayeron sobre el vino
de los amorosos vasos.
Hoy son recuerdos, recuerdos,
besos distantes y amargos.


Hundo en tu boca mi vida,
oigo rumores de espacios,
y el infinito parece
que sobre mí se ha volcado.


He de volverte a besar,
he de volver, hundo, caigo,
mientras descienden los siglos
hacia los hondos barrancos
como una febril nevada
de besos y enamorados.


Boca que desenterraste
el amanecer más claro
con tu lengua. Tres palabras,
tres fuegos has heredado:
vida, muerte, amor. Ahí quedan
escritos sobre tus labios.


Miguel Hernandez

9 de junio de 2009

Romance de aquel hijo

Hubiera podido ser
hermoso como un jacinto
con tus ojos y tu boca
y tu piel color de trigo,
pero con un corazón
grande y loco como el mío.
Hubiera podido ir,
las tardes de los domingos,
de mi mano y de la tuya,
con su traje de marino,
luciendo un ancla en el brazo
y en la gorra un nombre antiguo.
Hubiera salido a ti
en lo dulce y en lo vivo,
en lo abierto de la risa
y en lo claro del instinto,
y a mí... tal vez que saliera
en lo triste y en lo lírico,
y en esta torpe manera
de verlo todo distinto.
¡Ay, qué cuarto con juguetes,
amor, hubiera tenido!
Tres caballos, dos espadas,
un carro verde de pino,
un tren con cuatro estaciones,
un barco, un pájaro, un nido,
y cien soldados de plomo,
de plata y oro vestidos.
¡Ay, qué cuarto con juguetes,
amor, hubiera tenido!
¿Te acuerdas de aquella tarde,
bajo el verde de los pinos,
que me dijiste: ?
¡Qué gloriacuando tengamos un hijo! ?
Y temblaba tu cintura
como un palomo cautivo,
y nueve lunas de sombra
brillaban en tu delirio.
Yo te escuchaba, distante,
entre mis versos perdido,
pero sentí por la espalda
correr un escalofrío...
Y repetí como un eco:
«¡Cuando tengamos un hijo!...»
Tú, entre sueños, ya cantabas
nanas de sierra y tomillo,
e ibas lavando pañales
por las orillas de un río.
Yo, arquitecto de ilusiones
levantaba un equilibrio
una torre de esperanzas
con un balcón de suspiros.
¡Ay, qué gloria, amor, qué gloria
cuando tengamos un hijo!
En tu cómoda de cedro
nuestro ajuar se quedó frío,
entre azucena y manzana,
entre romero y membrillo.
¡Qué pálidos los encajes,
qué sin gracia los vestidos,
qué sin olor los pañuelos
y qué sin sangre el cariño!
Tu velo blanco de novia,
por tu olvido y por mi olvido,
fue un camino de Santiago,
doloroso y amarillo.
Tú te has casado con otro,
yo con otra hice lo mismo;
juramentos y palabras
están secos y marchitos
en un antiguo almanaque
sin sábados ni domingos.
Ahora bajas al paseo,
rodeada de tus hijos,
dando el brazo a... la levita
que se pone tu marido.
Te llaman doña Manuela,
llevas guantes y abanico,
y tres papadas te cortan
en la garganta el suspiro.
Nos saludamos de lejos,
como dos desconocidos;
tu marido sube y bajala chistera;
yo me inclino,y tú sonríes sin gana,
de un modo triste y ridículo.
Pero yo no me doy cuenta
de que hemos envejecido,
porque te sigo queriendo
igual o más que al principio.
Y te veo como entonces,
con tu cintura de lirio,
un jazmín entre los dientes,
de color como el del trigo
y aquella voz que decía:
«¡Cuando tengamos un hijo!...»
Y en esas tardes de lluvia,
cuando mueves los bolillos,
y yo paso por tu calle
con mi pena y con mi libro
dices, temblando, entre dientes,
arropada en los visillos:
«¡Ay, si yo con ese hombre
hubiera tenido un hijo!...»

Rafael de Leon

Duda

¿Por qué tienes ojeras esta tarde?
¿Dónde estabas, amor, de madrugada,
cuando busqué tu palidez cobarde
en la nieve sin sol de la almohada?

Tienes la línea de los labios fría,
fría por algún beso mal pagado;
beso que yo no sé quién te daría,
pero que estoy seguro que te han dado.

¿Qué terciopelo negro te amorena
el perfil de tus ojos de buen trigo?
¿Qué azul de vena o mapa te condena

al látigo de miel de mi castigo?
¿Y por qué me causaste esta pena
si sabes, ¡ay amor! que soy tu amigo?




Rafael de Leon

Pena y alegria del amor

Mira cómo se me pone
la piel cuando te recuerdo.

Por la garganta me sube
un río de sangre fresco
de la herida que atraviesa
de parte a parte mi cuerpo.
Tengo clavos en las manos
y cuchillos en los dedos
y en mi sien una corona
hecha de alfileres negros.

Mira cómo se me pone
la piel ca vez que me acuerdo
que soy un hombre casao
y sin embargo, te quiero.

Entre tu casa y mi casa
hay un muro de silencio,
de ortigas y de chumberas,
de cal, de arena, de viento,
de madreselvas oscuras
y de vidrios en acecho.
Un muro para que nunca
lo pueda saltar el pueblo
que anda rondando la llave
que guarda nuestro secreto.
¡Y yo sé bien que me quieres!
¡Y tú sabes que te quiero!
Y lo sabemos los dos
y nadie puede saberlo.

¡Ay, pena, penita, pena
de nuestro amor en silencio!
¡Ay, qué alegría, alegría,
quererte como te quiero!

Cuando por la noche a solas
me quedo con tu recuerdo
derribaría la pared
que separa nuestro sueño,
rompería con mis manos
de tu cancela los hierros,
con tal de verme a tu vera,
tormento de mis tormentos,
y te estaría besando
hasta quitarte el aliento.
Y luego, qué se me daba
quedarme en tus brazos muerto.

¡Ay, qué alegría y qué pena
quererte como te quiero!

Nuestro amor es agonía,
luto, angustia, llanto, miedo,
muerte, pena, sangre, vida,
luna, rosa, sol y viento.
Es morirse a cada paso
y seguir viviendo luego
con una espada de punta
siempre pendiente del techo.

Salgo de mi casa al campo
sólo con tu pensamiento,
para acariciar a solas
la tela de aquel pañuelo
que se te cayó un domingo
cuando venías del pueblo
y que no te he dicho nunca,
mi vida, que yo lo tengo.
Y lo estrujo entre mis manos
lo mismo que un limón nuevo,
y miro tus inicialesy las repito en silencio
para que ni el campo sepa
lo que yo te estoy queriendo.

Ayer, en la Plaza Nueva,
—vida, no vuelvas a hacerlo—
te vi besar a mi niño,
a mi niño el más pequeño,
y cómo lo besarías
—¡ay, Virgen de los Remedios!—
que fue la primera vez
que a mí me distes un beso.

Llegué corriendo a mi casa,
alcé mi niño del suelo
y sin que nadie me viera,
como un ladrón en acecho,
en su cara de amapola
mordió mi boca tu beso.

¡Ay, qué alegría y qué pena
quererte como te quiero!

Mira, pase lo que pase,
aunque se hunda el firmamento,
aunque tu nombre y el mío
lo pisoteen por el suelo,
y aunque la tierra se abra
y aun cuando lo sepa el pueblo
y ponga nuestra bandera
de amor a los cuatro vientos,
sígueme queriendo así,
tormento de mis tormentos.

¡Ay, qué alegría y qué pena
quererte como te quiero!



Rafael de Leon

8 de junio de 2009

Filtro rojo

Porque hasta mí llegaste silenciosa,
la ardiente exaltación de mi elocuencia
derrotó la glacial indiferencia
que mostrabas, altiva y desdeñosa.

Volviste a ser la de antes.
Misteriosa,como un rojo clavel tu confidencia
reventó en una amable delincuencia
con no sé qué pasión pecaminosa.

Claudicó gentilmente tu arrogancia,
y al beber el locuaz vino de Francia,
¡oh, las uvas doradas y fecundas!

Una aurora tiñó tu faz de armiño,
¡y hubo en la jaula azul de tu corpiño
un temblor de palomas moribundas!

Evaristo Carriego

Despues del olvido

Porque hoy has venido, lo mismo que antes,
con tus adorables gracias exquisitas,
alguien ha llenado de rosas mi cuarto
como en los instantes de pasadas citas.

¿Te acuerdas?... Recuerdo de noches lejanas,
aun guardo, entre otras, aquella novela
con la que soñabas imitar, a ratos,
no sé si a Lucía no sé si a Graziela.

Y aquel abanico, que sentir parecel
a inquieta, la tibia presión de tu mano;
aquel abanico ¿te acuerdas? trasunto
de aquel apacible, distante verano...

Y aquellas memorias que escribiste un día!-
un libro risueño de celos y quejas-.
¡Rincón asoleado! Rincón pensativo
de cosas tan vagas, de cosas tan viejas!...

Pero no hay los versos: ¡Qué quieres!...
¡Te fuiste!-¡Visión de saudades, ya buenas, ya malas!-
La nieve incesante del bárbaro hastío
¿no ves? ha quemado mis líricas alas....

¿Para qué añoranzas? Son filtros amargos
como las ausencias sus hoscos asedios...
Prefiero las rosas, prefiero tu risa
que pone un rayito de sol en mis tedios.

Y porque al fin vuelves, después del olvido,
en hora de angustias, en hora oportuna,
alegre como antes, es hoy mi cabeza
una pobre loca borracha de luna!


Evaristo Carriego

Evaristo Carriego

Argentina, 1883-1912)Poeta argentino nacido en la ciudad de Paraná, capital de la provincia de Entre Ríos. Poeta bohemio que cantó las pasiones y tragedias de los humildes o la paradoja de la alegría triste de los barrios. Su infancia:A los seis años fue enviado a la escuela primaria de la ciudad de Buenos Aires. Era corto de vista, defecto físico que le impidió ingresar en el Colegio Militar. Con veinte años se introdujo en los círculos intelectuales de la capital, donde le gustaba recitar sus versos. De 1904 a 1908 publicó infinidad de composiciones poéticas en diarios y revistas, y en éste año apareció su primer y único libro en vida, Misas Herejes, cuyo contenido se conocía ya casi totalmente por las publicaciones en los periódicos. La crítica, le dispensó una acogida favorable; sobre todo, por su aparente sentido realista y en oposición a las corrientes simbolistas que la poesía argentina había llevado hasta ese momento. Su poesía:Su poesía, de versos sencillos, canta los hechos cotidianos del porteño barrio de Palermo, donde transcurrió su vida. Borges lo conoció personalmente porque era amigo de su padre y frecuentemente lo visitaba en su casa, y dijo haber descubierto la poesía de sus labios durante los extensos recitados que Carriego hacía de poemas de Almafuerte. Ultimos años de vida:En los últimos años de su vida la jovialidad fue cediendo a la melancolía y al retraimiento espiritual. Son los años en que canta dulcemente y resignadamente a todos los que sufren en silencio. Esta aprensión se agravó con el fallecimiento de su padre, ocurrido poco antes del suyo. Murió en 1912 a la edad de 29 años. El libro póstumo La canción del barrio (1913), recoge sus últimos poemas. En 1927, vieron la luz sus cuentos, en un tomo titulado Flor de arrabal. Jorge Luis Borges trazó un penetrante ensayo sobre su vida y obra.
(Fuente: http://riie.com.ar/?a=30811)

La belleza y la muerte

La belleza y la muerte son dos cosas profundas,
con tal parte de sombra y de azul que diríanse
dos hermanas terribles a la par que fecundas,
con el mismo secreto, con idéntico enigma.

Oh, mujeres, oh voces, oh miradas, cabellos,
trenzas rubias, brillad, yo me muero, tened
luz, amor, sed las perlas que el mar mezcla a sus aguas,
aves hechas de luz en los bosques sombríos.

Más cercanos, Judith, están nuestros destinos
de lo que se supone al ver nuestros dos rostros;
el abismo divino aparece en tus ojos,

y yo siento la sima estrellada en el alma;
mas del cielo los dos sé que estamos muy cerca,
tú porque eres hermosa, yo porque soy muy viejo.


Victor Hugo

Victor Hugo


El 22 de mayo de 1885 moría Víctor Hugo, a los 83 años de edad. Había nacido en Besançon el 26 de febrero de 1802, hace ahora exactamente 200 años, y su vida y obra han dejado profunda huella en la cultura universal.
En 1811, con apenas 9 años viaja con su madre a España para reunirse con su padre, el General bonapartista Hugo. Tras pasar la frontera, pasan la noche en Hernani. Precisamente el protagonista de uno de sus dramas más conocidos ambientada en la época de Carlos V, llevará el nombre de la villa guipuzcoana.
En 1822, a los veinte años publica su primer libro de poesías "Odas y poesías diversas" y se casa con Adéle Fouchet. En esta época Víctor Hugo es católico y legitimista y además recibe del régimen de Carlos X una pensión. Pero poco después irá madurando y se convertirá, muy joven, en una de las principales figuras del romanticismo. En 1830 se distancia de Adéle y se une a Juliette Drouet, con la que permanecerá unido hasta la muerte de ésta dos años antes de la del propio poeta.
De 1830 a 1840 vive una etapa de efervescencia literaria, produciéndose algunas de sus principales obras, los dramas:Hernani 1830, El rey se divierte 1832, Lucrecia Borgia y María Tudor 1 833,Las hojas de otoño 1831,Los cantos del crepúsculo 1835,Los rayos y las sombras en 1840.Además de su afamada novela Nuestra señora de París, en 1831.
En 1841, entra con 39 años en la Academia. Atraviesa unos años de menor producción literaria y más viajes.
En el verano de 1843 inició un viaje a la región de los Pirineos occidentales, donde permanecerá entre el 20 de julio y el 26 de agosto de este año. Es un viaje iniciado en Burdeos que se continúa por Bayona, Biarritz, Pasajes, Lezo, Pamplona, Pau, Cauterets, Gavarnie y Luz Ardiden. Se trata de una región geográfica sobre la que recaerá la visión poderosa y penetrante de Víctor Hugo, aportando descripciones románticas e informadas.
Estas descripciones se dirigían a su yerno Carlos Vacquerie y a su hija Leopoldina. Precisamente ésta muere ahogada en el estuario del Sena el 4 de septiembre, pocos días después de regresar el poeta de su viaje, acontecimiento que marcará la trayectoria de Víctor Hugo, impidiendo, en primer lugar la publicación de este libro de viajes que sólo verá la luz después de la muerte del escritor.
En febrero de 1848 participa en la revolución que proclama la II República, pero ante la inestabilidad que se produce en París y buena parte de Europa, Víctor Hugo vuelve a sus orígenes bonapartistas, apoyando al nieto de Napoleón Luis Napoleón, proclamado presidente de la República. Pero las pretensiones absolutistas de éste (En 1853, habrá un autogolpe en el que Luis Napoleón se proclama "Emperador de los franceses", harán que Víctor Hugo reconozca su error y se exilie. Residirá largos años en la localidad de Guernesey, en Jersey, isla británica en el Canal.
A partir de 1852 y hasta su muerte en 1885, acentuará sus rasgos liberales y republicanos

Al cortejo fúnebre, asistió mas de un millón de personas por las calles de París. En su testamento legó a los pobres toda su fortuna que ascendía a 20.000 francos de la época.

6 de junio de 2009

La ciega

Los ojazos más llenos de amores
eran los de Rosa,
que irradiaban envuelta en fulgores
honda sed de vivir querenciosa.

Yo no sé de las dos cuál sería
pena más doliente:
porque Rosa quedó ciega un día
la dejó de querer su Vicente.

No fue objeto el galán que olvidaba
de extraños enojos,
porque el mundo entendió que adoraba
la negrura y la luz de unos ojos,

y los soles que él viera tan francos
al amor abiertos
se quedaron inertes y blancos
como siempre se quedan los muertos.

Al rincón de lo inútil de casa
sentóse la ciega
a esperar una muerte que pasa
si el dolor con la vida le ruega;

que en dejar se complace sangrando
y a medias su obra,
el consuelo mejor alejando
del rincón donde está lo que sobra.

Y, en lugar de la muerte, entró un día
una voz humana
que en la calle de Rosa decía:
«Pues Vicente se casa con Juana.»

Y la ciega sintió más intensal
a triste negrura,
porque no hay nube negra más densa
que una nube de horrible amargura.

II

—¡Hermanito! ¡Clemente! ¡Clemente!
—¿qué quieres hermana?—
Yo te juro que adoro a Vicente
y que no quiero mal a la Juana...

¡Que me creas!...—Que sí te lo creo;
Mas... deja esas cosas...—
Yo te juro que no es mi deseo
recrearme en venganzas odiosas...

¡Que me creas, Clemente!—
Sí, hija;¡si sé que eres buena!
Pero no quiero yo que te aflija
semejante recuerdo de pena.

—No es venganza; mas óyeme, hijo:
—¿Qué quieres, hermana?—
Ven más cerca, más cerca...
—Y le dijo—:¡Que le saques los ojos a Juana!...

Jose Maria Gabriel y Galan

Jose Maria Gabriel y Galan

José María Gabriel y Galán nació el 28 de junio de 1870 en Frades de la Sierra, pequeño pueblo de la provincia de Salamanca que en aquellos tiempos formaba parte de Castilla la Vieja y en la actualidad, Salamanca es una de las nueve provincias que componen la autonomía de Castilla y León (España). Sus padres se dedicaban al cultivo de la tierra y la ganadería en terrenos de su propiedad, dos de las producciones típicas del campo charro salmantino. Su economía era la propia de quienes se dedicaban a la labranza y al cuidado de los animales por aquellos años finales del siglo XIX.Su infancia la pasa en su pueblo natal y allí en su escuela aprende las primeras letras. A los 15 años se traslada a la capital, Salamanca, donde prosigue sus estudios. Para no cargar más la economía familiar, se buscó un trabajo en un almacén de tejidos que alternaba con sus estudios. De esta estancia en la capital salmantina, datan sus primeros escritos en verso, que al darlos a conocer a sus amistades, es elogiado y estimulado a que continúe escribiendo poesías.En 1888 obtiene el título de maestro de escuela y es destinado al pueblo de Guijuelo, distante 20 Km. de su pueblo natal. Tras una corta estancia en la escuela de este pueblo, se traslada a Madrid para estudiar en la Escuela Normal Central. En la capital de España reside por poco tiempo, pues esta ciudad cosmopolita despierta en José María un cierto rechazo, puesto de manifiesto en alguna de las cartas que escribe a sus amigos, en que la moteja bajo la denominación de "Modernópolis" . Después, su nuevo destino de maestro de escuela es a Piedrahita, (Ávila). Allí se dedica a la pedagogía sirviéndose de los nuevos conocimientos adquiridosen su paso por la Escuela Normal Central de Madrid. Se tienen conocimientos de este periodo de su estancia en Piedrahita, a través de las cartas que escribe a algunos amigos, las cuales firmaba con el seudónimo de "El solitario", tal era el bajo estado de ánimo en el que el joven maestrose encontraba por entonces.José María Gabriel y Galán se iba perfilando como un muchacho triste, melancólico y muy sensible y atento al mundo que le rodeaba. De convicciones profundamente religiosas recibidas de su madre, doña Bernarda, son sus primeras poesías el fiel reflejo de sus creencias. En una de las cartas enviada a un amigo, podemos averiguar lo que opinaba el sensible poeta sobre el castigo inhumano que para su moral suponía la pena de muerte, aplicada en España por entonces: «... pasado mañana, dará la justicia en esta localidad, el triste espectáculo de la ejecución del reo de un crimen cometido en una dehesa de este partido judicial, hace ya dos años. Dios lo recoja en el cielo...»De su monótona vida de soledad y tristeza que por aquel tiempo caracterizaba al joven poeta, vino a sacarle el enamoramiento con Desideria, hacia el año 1893. Cuatro años después, en diciembre de 1897 anunciaba su casamiento con Desideria, ("mi vaquerilla" como solía llamarla cariñosamente). El 26 de enero de 1898, en una iglesia de Plasencia, contraían matrimonio José María y Desideria.A partir de ese instante, la vida del joven poeta experimenta un cambio radical; abandona su dedicación de maestro en la escuela de Piedrahita, y se traslada al pueblo cacereño de Guijo de Granadilla, en donde se encarga de la dirección y administración de una gran dehesa extremeña denominada "El Tejar", propiedad del tío de su esposa. Encuentra así, la calma que necesita el espíritu sensible de nuestro poeta: la dedicación al cultivo del campo y del alma. Debido al sosiego que esta nueva ocupación le proporciona, y debido también a su sensibilidad y sus dotes de agudo observador, se dedica a escribir lo que le inspira el nuevo entorno en el que se desenvuelve. Poesías de pura raigambre racial, retratan las vidas de los humildes labriegos que trabajan y habitan en la dehesa; de los pobladores de aquellos pequeños núcleos rurales extremeños; de los amoríos entre los pastorcillos y las jóvenes zagalillas...En ese pueblo nace su primer hijo (Jesús, 1898), lo cual le inspira para componer la poesía «El Cristu benditu» con la que inicia sus famosas EXTREMEÑAS en las que el empleo de la lengua vernácula, "el castúo", aroma y vivifica la musa del poeta. En esa poesía refleja el autor la vida gris que pasó en su primera juventud y el gran cambio hacia la alegría que experimenta con su nuevo empleo y el nacimiento de su hijo.La observación minuciosa de las gentes pueblerinas de los alrededores, le lleva a decir un día a un amigo: «...las gentucas de las aldeas, al par que cosas buenas, tienen miserias y roñas morales que repugnan al estómago más fuerte, se necesita mucha calidad y mucha paciencia para vivir entre ellas...» En otra ocasión confiesa a un amigo, a través de la correspondencia epistolar: «...yo no tengo más amigos, en sentido estricto de la palabra, que uno de mis criados. Voy dejándome vivir, agua abajo, agua abajo, sin prisa alguna...»Su segundo hijo nace el 27 de febrero de 1901. En septiembre de ese mismo año, convocado por la universidad de Salamanca, se celebran unos juegos florales. A ellos concurre Gabriel y Galán con la poesía titulada "El ama". Preside el jurado del certamen el insigne rector de la universidad salmantina, filósofo, escritor y poeta, Miguel de Unamuno. El 3 de septiembre se da a conocer el fallo del jurado, que recae en la obra presentada por Gabriel y Galán; en ella, el autor había plasmado con gran hondura poética, todos los vivos recuerdos que guardaba de su madre, recia mujer de Castilla que le animó en sus comienzos literarios, y muerta unos años antes. En dicha poesía, nuestro poeta se mete en el personaje de su padre y desde esa ensoñación relata la vida de la pareja al frente de una gran finca imaginada que bien le pudo inspirar su realidad vivida al frente de la que él ya dirigía en Guijo de Granadilla. El 15 de septiembre de 1901, se celebran en la ciudad de Salamanca los juegos florales, en los que, en solemne acto, es entregada "la flor natural" a Gabriel y Galán, como premio a su bella poesía "El ama". Debido a la huella que dejó la poesía ganadora y a la amistad surgida de tal evento entre los dos poetas, a partir de aquel momento, Unamuno y Gabriel y Galán comienzan una asidua correspondencia epistolar.A partir de ahí se empieza a dar a conocer como joven y singular poeta. Publica su libro de poesías titulado "Castellanas". El éxito adquirido por esta publicación hace que el autor vuelva a dar a la luz su segundo libro titulado "Extremeñas" y poco tiempo después, un tercero de título "Nuevas castellanas".En 1902 triunfa en los juegos florales de Zaragoza; al año siguiente obtiene los galardones de la flor natural, en los juegos florales de Murcia, de Lugo y de Sevilla. La fama con que irrumpía este joven poeta, en el panorama de la popularidad, adquiría un vertiginoso crecimiento en corto espacio de tiempo. El año 1903 es premiado por el ayuntamiento de Guijo de Granadilla con el galardón de «Hijo Adoptivo» de este pueblo cacereño perteneciente a la comarca natural de Las Hurdes. Para corresponder con toda gratitud a tal nombramiento, prepara una bella poesía titulada "Sólo para mi lugar" que es estrenada y recitada por su autor en tan solemne acto, el lunes 13 de abril de 1903.En 1904 recibe un homenaje en Argentina a resultas de ser premiada su poesía "Canto al trabajo".Toda su poesía se desenvuelve en una atmósfera campesina y rural. Él supo cantar como nadie, la belleza del alma sencilla de los campesinos extremeños y salmantinos. Hizo poesía de lo más paupérrimo de las sencillas gentes de la entonces paupérrima comarca natural de "Las Hurdes" que luego supo retratar el español-mexicano Luis Buñuel con su film "Tierra sin pan".Su extensa y valiosa obra es de una excelente y sublime sencillez, con la utilización de palabras y frases exenta de artificiales filigranas y sofisticaciones, que son el mimbre con el que va construyendo una poesía popular de alta sonoridad y cuidada rima, que cala fácilmente en el entendimiento de los menos instruidos en las artes literarias. Su verso recorre una amplia gama de medidas que va desde el hexasílabo hasta el hexadecasílabo. Sus estrofas más usadas son el romance, la cuarteta, la redondilla, la quintilla, la sextilla y el serventesio.Sus poesías publicadas se agrupan bajo los títulos:Campesinas; Castellanas; Religiosas; Extremeñas; Cuentos y poesías; Nuevas Castellanas; Poesías; etc...En las poesías escritas en la lengua vernácula extemeña, "el castúo" y en alguna que otra expresión de un lenguaje popular, para hacer notar que no pertenecen al correcto idioma castellano-español, van resaltadas en letra cursiva.* * *El 6 de enero de 1905, con 35 años no cumplidos, a consecuencia de una pulmonía mal curada, muere nuestro joven poeta en Guijo de Granadilla (Cáceres), en donde su ayuntamiento mantiene la casa que habitó, como museo en donde mostrar los objetos personales más entrañables del poeta junto con manuscritos y libros, donados por sus descendientes.Con esta selección de sus mejores y más descriptivas poesías, intentamos hacer un sentido homenaje en el recuerdo a este incomparable poeta del humilde campo castellano y extremeño.

(Fuente:http://www.los-poetas.com/a/galanbio.htm)

5 de junio de 2009

Farewell

Desde el fondo de ti, y arrodillado,
un niño triste, como yo, nos mira.
Por esa vida que arderá en sus venas
tendrían que amarrarse nuestras vidas.
Por esas manos, hijas de tus manos,
tendrían que matar las manos mías.
Por sus ojos abiertos en la tierra veré
en los tuyos lágrimas un día.

II
Yo no lo quiero, Amada.
Para que nada nos amarre que no nos una nada.
Ni la palabra que aromó tu boca, ni lo que no dijeron las palabras.
Ni la fiesta de amor que no tuvimos, ni tus sollozos junto a la ventana.

III
(Amo el amor de los marineros que besan y se van.
Dejan una promesa. No vuelven nunca más.
En cada puerto una mujer espera: los marineros besan y se van.
Una noche se acuestan con la muerte en el lecho del mar.)

IV
Amo el amor que se reparte en besos, lecho y pan.
Amor que puede ser eterno y puede ser fugaz.
Amor que quiere libertarse para volver a amar.
Amor divinizado que se acerca Amor divinizado que se va.

V
Ya no se encantarán mis ojos en tus ojos,
ya no se endulzará junto a ti mi dolor.
Pero hacia donde vaya llevaré tu mirada
y hacia donde camines llevarás mi dolor.
Fui tuyo, fuiste mía. ¿Qué más?
Juntos hicimos un recodo en la ruta donde el amor pasó.
Fui tuyo, fuiste mía. Tu serás del que te ame,
del que corte en tu huerto lo que he sembrado yo.
Yo me voy. Estoy triste: pero siempre estoy triste.
Vengo desde tus brazos. No sé hacia dónde voy.

...Desde tu corazón me dice adiós un niño. Y yo le digo adiós.

Pablo Neruda

Solea del amor imposible

Déjame, solo, en mi calle,
con mi farol y mi arena,
y esta barca de suspiros
con una cruz en la vela.
déjame, solo, en mi calle,
con mi mentira y mi pena,
y esta batalla de gritos
sin capitán ni bandera.

Mi calle ésta, desde anoche,
roja de amor y verbena,
turbia de besos y barro,
tibia de lunas y menta.
Mi casa está, desde anoche,
deslumbradora de estrellas,
con bombos por los rincones
y risas por las esteras.

Y yo te quiero, y te quiero,
y, sin embargo, quisiera
no tener pecho de espuma
ni corazón de candela.
Y yo te quiero y te quiero,
Y, sin embargo, quisiera
que mi amor se hubiera roto
como un vidrio en tu presencia.
Y yo no quiero quererte,
pero tu Amor se me enreda
lo mismo que una serpiente
de yerbaluisa y canela.

¿Para qué viniste anoche,
locura de mi verbena...?
¿Para qué viniste anoche,
si estaba mi agua serena,
y el corazón ya se había
acostumbrado a mi pena...?
¡Que yo no puedo quererte...!
¡Que tengo mi sangre en deuda!
¡Que en mi voz tengo candados
y en mi corazón cancelas!
¡Que mi caricia y mi grito
me obedecen a otras riendas,
y mi garganta y mis ojos
ya son almendro y almendras
en un cuello sin pecado
y en dos ojos de inocencia!

Anda..., vete de mi calle,
olvídate de mi puerta,
y déjame solo, ¡solo!,
con mi mentira y mi pena.

¡Ay, qué amargura sin nombre!
¡Ay, qué amargura sin tregua!,
éstas de quererte tanto,
y mentir de esta manera,
diciéndote con la copla
negra y agria de mi pena:


“Quítame el beso de anoche,
déjame, solo en mi calle,
y olvídate de mi nombre.”


Manuel Benitez Carrasco

Solea del amor generoso

Ni un suspiro a mi cuidado
contestando a mi suspiro;
fuiste de duro zafiro
siendo de vidrio quebrado.
Ni un rosal viejo y gastado
merecí de tus antojos;
sólo me diste despojos
de tu zarzal y tu roca
que me sangraron la boca
y me cegaron los ojos.
Ni una mirada siquiera
ni una palabra sencilla,
ni siquiera la semilla
de una sonrisa ligera.
Cuando yo te daba entera
mi flor de luna y de todo
tú... pagabas a tu modo,
y así, mientras mi hidalguía
te daba cuanto tenía,
te di mi templo y mis ritos,
mi boca llena de gritos,
mis ojos llenos de llanto,
te di tanto... ¡tanto, tanto!
que darte más no podía,
y cuando ya no había
nada en casa que pidieras,
yo para que no dijeras
tú me lo negabas todo.
¿Qué te di? ¡Nada...! ¡Nada!
Mi beso recién comprado
y en la fragua del costado
una hoguera desbocada.
Te di mi huerta cercada
llena de rosas y lirios,
te di la voz y los cirios
de mis noches en desvela,
y un corazón sin cancela
roto de tantos martirios.
Te di mi risa y mi canto,
te di la casa vacía.
Pero... ¿para qué te digo
cosas que no han de llegarte?
Caña frágil que se parte
no entiende de mi buen trigo,
y ya ves: ni te maldigo.
¿Para qué? Desde aquel día,
tu bajeza y mi hidalguía
se definen de este modo:
Tú me lo negaste todo,
yo te di cuanto tenía.


Manuel Benitez Carrasco

Solea del amor indiferente

¿Rencores?.. ¿Por qué rencores?
No le va a mi señorío
guardarle rencor a un río
que fue regando mis flores.
Tú me diste los mejores
cristales de tu corriente,
y no sería decente
maldecirte por despecho,
si sé que tienes derecho
a dar o negar la fuente.
Debo estarte agradecido
por tu generosidad;
tú me diste por bondad
lo que yo di por cumplido.
Me brindaste tu latido,
tu boca nunca besada,
tu carne nunca estrenada,
tus ojos siempre empañados
y los potros alocados
de tu amor en llamarada.
Me diste el beso primero
que es el que más atosiga,
y me diste la fatiga
de un cariño verdadero.
Me diste luna y estero,
tu corazón sin celaje,
me diste todo el encaje
de tu caricia en mi pelo,
y me regalaste el cielo
en tus ojos sin paisaje.
Por eso yo, bien nacido,
ni te odio ni te aborrezco,
al contrario, te agradezco
todo lo que me has querido.
No me importa si te has ido
con tu barca hacia otro mar,
que yo no te puedo odiar
por esa mala partida,
ya que odiar es, en la vida,
un cierto modo de amar.
Ni te vengas a mi lado
para pedirme perdón,
el perdón es la razón
de volver a lo pasado,
y lo pasado... acabado,
que pasó... porque pasó.
¡Déjame que viva yo
sin perdón y sin rencores,
porque... por más que me llores
lo nuestro ya se acabó!

Manuel Benitez Carrasco

4 de junio de 2009

El perro cojo

La pata coja colgando,
como una inútil piltrafa,
pasó el perro por mi lado.
Un perro de pobre casta,
uno de esos, callejero,
pobre de sangre y de estampa,
nacen en cualquier rincón
de perras tristes y flacas,
destinados a comer
basura de plaza en plaza.
Si pequeños por el qué,
fino y ágil de la infancia,
baloncitos de peluche,
-tibios borlones de lana-
los miman, los acurrucan,
los sacan al sol, les cantan.
De mayores, por el qué
conque se les fue la gracia,
los dejan a su ventura,
mendigos de casa en casa,
sus hambres por los rincones
y su sed sobre las charcas...
¡Y que tristes ojos tienen! ,
¡Qué recóndita mirada!,
como si en ella pusieran
su dolor a media asta ...
y se mueren, de tristeza,
a la sombra de una tapia
si es que un lazo no les da
una muerte anticipada.
Yo lo llamo: psi, psi, psi...
Todo orejas asustadas,
todo hociquito curioso,
toda sed, hambre, nostalgia,
el perro escucha mi voz,
olfatea mis palabras,
como esperando o temiendo,
pan, caricias o pedradas.
No en vano lleva marcado
un mal recuerdo en su pata.
Lo vuelvo a llamar: psi, psi ... ,
dócil a medias, avanza,
moviendo el rabo con miedo
y las orejitas gachas.
Chasco los dedos le digo:
ven aquí, no te hago nada,
vamos , vamos, ven aquí...
Y adiós a la desconfianza.
Que ya se tiende a mis pies,
a tiernos aullidos habla,
ladra para hablar más fuerte,
salta, gira, gira, salta,
lloran, ríen, ríen lloran,
lengua, orejas, ojos, patas
y el rabo es un incansable
abanico de palabras.
Es su alegría tan grande
que, más que hablarme, me canta.
¿Qué piedra te dejó cojo...?,
si, si ¡malhaya, malhaya!
El perro me entiende, sabe
que maldigo la pedrada:
aquella pedrada dura
que le destrozó la pata
y con el rabo me está
agradeciendo la lástima.-
Pero tú no te preocupes,
ya no ha de faltarte nada.
Yo también soy callejero,
aunque de distintas plazas
y a patita coja y triste,
voy de jornada en jornada.
Las piedras que me tiraron,
me dejaron coja el alma.
Entre basuras de tierra
tengo mi pan y mi almohada ...
Vamos pues perrito mío,
vamos ¡anda que te anda!,
con nuestra cojera a cuestas
con nuestra tristeza en andas;
yo, por mis calles oscuras,
tú por tus calles calladas,
tú la pedrada en el cuerpo,
yo la pedrada, en el alma ...
y cuando mueras amigo,
yo te enterraré en mi casa,
bajo un letrero: - aquí yace,
un amigo de mi infancia -
Y en el cielo de los perros,
pan tierno y carne mechada,
te regalará San Roque,
una muleta de plata.
Compañero, si los hay,
amigo, dónde los haya,
mi perro y yo por la vida,
pan pobre, rica compaña.
Era joven y era viejo,
por más que yo lo cuidaba,
el tiempo malo pasado
lo dejó medio sin alma,
fueron muchas hambres, mucho
peso para sus tres patas.
Y una mañana, en el huerto,
debajo de mi ventana,
lo encontré, tendido, frío,
como una piedra mojada ...
Como un duro musgo, el pelo
con el rocío brillaba.
Ya estaba mi pobre perro
muerto de las cuatro patas.
Hacia el cielo de los perros,
se fue, anda que te anda,
las orejas de relente
y el hociquito de escarcha.
Portero y dueño del cielo,
San Roque en la puerta estaba,
ortopédico de mimos,
cirujano de palabras,
bien surtido de recambios
con que curar viejas taras:
- Para ti... un rabo de oro;
para ti... un ojo de ámbar;
tú... tus orejas de nieve;
tú... tus colmillos de escarcha;
tú ... - y mi perro le reía - ,
tú, ... ¡tu muleta de plata!
Ahora ya sé, por que está
la noche agujereada,
¿estrellas? , ¿luceros? ¡ No !
es mi perro que cuando anda,
con la muleta va haciendo,
agujeritos de plata ...




Manuel Benitez Carrasco

Tus cinco toritos negros

Contra mis cinco sentíos,
tus cinco toritos negros:
torito negro tus ojos,
torito negro tu pelo, ..
torito negro tu boca,
torito negro tu beso,
y el más negro de los cinco
tu cuerpo, torito negro.

Barreras puse a mis ojos,
tus ojos me las rompieron.
Barreras puse a mi boca,
tu boca las hizo leño.
Puse mi beso en barreras,
tu beso las prendió fuego.
Barreras puse a mis manos,
las hizo sombra tu pelo.
y puse barreras duras
de zarzamora a mi cuerpo,
y saltó sobre las zarzas
el tuyo, torito negro.

¡Deja, que no quiero verte!
¡Déjame, que no te quiero!

Y luego monté mis ojos
sobre un caballo de miedo;
tus ojos me perseguían
como dos toritos negros.
y luego metí mis manos
bajo un embozo de fuego;
...tu pelo se me enredaba
igual que un torito negro.
y luego junté mi boca'
contra la cal de mi encierro;
...tu boca estaba acechando
igual que un torito negro.
y luego mordí mi almohada
para contener mi beso;
tu beso me corneaba
igual que un torito negro.
y luego arañé mi carne,
de tentación y deseo,
para que no gritara
que yo te estaba queriendo;
y tu cuerpo encandilado
mimbre, luna, bronce y fuego
se me plantó ante mis ojos
igual que un torito negro.

¡Deja, que no quiero verte!
¡Déjame, que no te quiero!

El aire del cuarto estaba
temblando con tu recuerdo.
Cien caballos en mis venas,
al galope por mi cuerpo;
y yo, jinete sin rienda,
luchando por contenerlos.
Cien herreros en mi boca,
trabajando con mis besos,
y yo queriendo ser fragua
para poder deshacerlos.

Cien voces en mi garganta
gritándome que te quiero,
y yo, ¡mentira infinita!,
gritando que no te quiero.
Salí a por aire al balcón...
me tropecé con el cielo;
aquel cielo quieto y hondo,
verde, blanco, azul y negro,
igual que el de aquella noche
de nuestro primer encuentro,
en que me hirieron al paso
tus cinco toritos negros.

Y me acordé de aquel aire
que jugaba con tu pelo
como un niño a quien le gustan
los caracolillos negros.

Y me acordé de aquel rayo
de luna, fino y torero,
que puso dos banderillas
de luz en tus ojos negros.

Y de aquel dolor de labios
que nos quedó de aquel beso,
y de aquel dolor de brazos,
y de aquel dolor de huesos
y de aquella caracola
de amor, que quedó por dentro
con un mar de amor dormido;
" ¡que te quiero!, ¡que te quiero!"
y se me escapó la voz..,;
grité: " ¡Te quiero!, ¡te quiero!"
Y ya no junté mi boca
contra la cal de mi encierro,
y ya no mordí mi almohada
para contener mi beso,
y ya no arañé mi carne
de tentación y deseo.
Pegué mi boca a tu boca,
junté mi beso a tu beso,
y otra vez aquel dolor
de cintura, brazo y huesos...
pensando en aquella noche
de nuestro primer encuentro.

¡Te quise siempre! ¡Te quise!
¡Te quiero siempre! ¡Te quiero!

Aunque no puedo quererte,
¡te quiero!.
Aunque no debo quererte,
¡te quiero!
Aunque en cunas de tu casa
se está meciendo un almendro
¡te quiero!
Aunque yo tengo dos lirios
que se me cuelgan del cuello,
¡te quiero!

y aunque ponga mis barreras
de zarzamora y sarmiento
para que nunca la salten
tus cinco toritos negros:
torito negro tus ojos,
torito negro tu pelo,
torito negro tu boca,
torito negro tu beso,
y el más negro de los cinco
tu cuerpo, torito negro.
¡Te quise siempre! ¡Te quise!
¡Te quiero siempre! ¡Te quiero!

Manuel Benitez Carrasco

Verguenza

Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa
como la hierba a que bajó el rocío,
y desconocerán mi faz gloriosa
las altas cañas cuando baje al río.

Tengo vergüenza de mi boca triste,
de mi voz rota y mis rodillas rudas;
ahora que me miraste y que viniste,
me encontré pobre y me palpé desnuda.

Ninguna piedra en el camino hallaste
más desnuda de luz en la alborada
que esta mujer a la que levantaste,
porque oíste su canto, la mirada.

Yo callaré para que no conozcan
mi dicha los que pasan por el llano,
en el fulgor que da a mi frente tosca
y en la tremolación que hay en mi mano...

Es noche y baja a la hierba el rocío;
mírame largo y habla con ternura,
¡que ya mañana, al descender al río,
la que besaste llevará hermosura!


Gabriela Mistral

Meciendo


El mar sus millares de olas

mece, divino.

Oyendo a los mares amantes,

mezo a mi niño.

El viento errabundo en la noche

mece los trigos.

Oyendo a los vientos amantes,

mezo a mi niño.

Dios Padre sus miles de mundos

mece sin ruido.

Sintiendo su mano en la sombra

mezo a mi niño.

Gabriela Mistral

Gabriela Mistral


(Vicuña 1889 - Nueva York 1957)
Lucila Godoy, llamada Gabriela Mistral (conocida mejor como Gabriela Mistral), escritora chilena. Hija de un maestro rural, que abandonó el hogar a los tres años del nacimiento de Gabriela, la muchacha tuvo una niñez difícil en uno de los parajes más desolados de Chile. A los 15 años publicó sus primeros versos en la prensa local, y empezó a estudiar para maestra. En 1906 se enamoró de un modesto empleado de ferrocarriles, Romelio Ureta, que, por causas desconocidas, se suicidó al poco tiempo; de la enorme impresión que le causó aquella pérdida surgieron sus primeros versos importantes. En 1910 obtuvo el título de maestra en Santiago, y cuatro años después se produjo su consagración poética en los juegos florales de la capital de Chile; los versos ganadores- Los sonetos de la muerte- pertenecen a su libro Desolación (1922), que publicaría el instituto de las Españas de Nueva York. En 1925 dejó la enseñanza, y, tras actuar como representante de Chile en el Instituto de cooperación intelectual de la S.D.N., fue cónsul en Nápoles y en Lisboa. Vuelta a su patria colaboró decisivamente en la campaña electoral del Frente popular (1938), que llevó a la presidencia de la república a su amigo de juventud P. Aguirre Cerda. En 1945 recibió el premio Nobel de literatura; viajó por todo el mundo, y en 1951 recogió en su país el premio nacional.
En 1953 se le nombra Cónsul de Chile en Nueva York. Participa en la Asamblea de Las Naciones Unidas representando a Chile. En 1954 viene a Chile y se le tributa un homenaje oficial. Regresa a los Estados Unidos.
El Gobierno de Chile le acuerda en 1956 una pensión especial por la Ley que se promulga en el mes de noviembre.
En1957, después de una larga enfermedad, muere el 10 de enero, en el Hospital General de Hempstead, en Nueva York. Sus restos reciben el homenaje del pueblo chileno, declarándose tres días de duelo oficial. Los funerales constituyen una apoteosis. Se le rinden homenajes en todo el Continente y en la mayoría de los países del mundo.
La obra poética de Gabriela Mistral surge del modernismo, más concretamente de Amado Nervo, aunque también se aprecia la influencia de Frédéric Mistral (de quién tomó el seudónimo) y el recuerdo del estilo de la Biblia. De algunos momentos de Rubén Darío tomó, sin duda, la principal de sus características: la ausencia de retórica y el gusto por el lenguaje coloquial. A pesar de sus imágenes violentas y su gusto por los símbolos, fue, sin embargo, absolutamente refractaria a la "poesía pura", y, ya en 1945, rechazó un prólogo de P. Valéry a la versión francesa de sus versos. Sus temas predilectos fueron: la maternidad, el amor, la comunión con la naturaleza americana, la muerte como destino, y, por encima de todos, un extraño panteísmo religioso, que, no obstante, persiste en la utilización de las referencias concretas al cristianismo. Al citado Desolación siguieron los libros Lecturas para mujeres destinadas a la enseñanza del lenguaje (1924); Ternura (1924), canciones para niños; Tala (1938); Poemas de las madres (1950), y Lagar (1954). Póstumamente se recogieron su Epistolario (1957) y sus Recados contando a Chile (1957), originales prosas periodísticas, dispersas en publicaciones desde 1925.
(Archivos de la Universidad Jaime I)


(Fuente:http://www.los-poetas.com/)

3 de junio de 2009

Capricho

Escrútame los ojos sorpréndeme la boca,
sujeta entre tus manos esta cabeza loca;
dame a beber veneno, el malvado veneno
que moja los labios a pesar de ser bueno.
Pero no me preguntes, no me preguntes nada
de porqué lloré tanto en la noche pasada;
las mujeres lloramos sin saber, porque sí.
Es esto de los llantos pasaje baladí.
Bien se ve que tenemos adentro un mar oculto,
un mar un poco torpe, ligeramente estulto,
que se asoma a los ojos con bastante frecuencia
y hasta lo manejamos con una dúctil ciencia.
No preguntes amado, lo debes sospechar:
en la noche pasada no estaba quieto el mar.
Nada más. Tempestades que las trae y las lleva
un viento que nos marca cada vez costa nueva.
Si, vanas mariposas sobre jardín de Enero,
nuestro interior es todo sin equilibrio y huero.
Luz de cristalería, fruto de carnaval
decorado en escamas de serpientes del mal.
Así somos, ¿no es cierto? Ya lo dijo el poeta:
deseamos y gustamos la miel en cada copa
y en el cerebro habemos un poquito de estopa.
Bien. No, no me preguntes. Torpeza de mujer,
capricho, amado mío, capricho debe ser.
Oh, déjame que ría. ¿No ves que tarde hermosa?
Espínate las manos y córtame una rosa.

Alfonsina Storni

La caricia perdida

Se me va de los dedos la caricia sin causa,
se me va de los dedos ... En el viento, al rodar,
la caricia que vaga sin destino ni objeto,
la caricia perdida, ¿quién la recogerá?

Pude amar esta noche con piedad infinita,
pude amar al primero que acertara a llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida rodará... rodará...

Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
si estremece las ramas un dulce suspirar,
si te oprime los dedos una mano pequeña
que te toma y te deja, que te logra y se va,

si no ves esa mano ni la boca que besa,
si es el aire quien teje la ilusión de llamar,
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
en el viento fundida ¿me reconocerás?

Alfonsina Storni

El divino amor

Te ando buscando, amor que nunca llegas,
te ando buscando, amor que te mezquinas,
me aguzo por saber si me adivinas,
me doblo por saber si te me entregas.


Las tempestades mías, andariegas,
se han aquietado sobre un haz de espinas;
sangran mis carnes gotas purpurinas
porque a salvarme, ¡oh niño!, te me niegas.


Mira que estoy de pie sobre los leños,
que aveces bastan unos pocos sueños
para encender la llama que me pierde.


Sálvame, amor, y con tus manos puras
trueca este fuego en límpidas dulzuras
y haz de mis leños una rama verde.



Alfonsina Storni

Dulce tortura

Polvo de oro en tus manos fue mi melancolía
sobre tus manos largas desparramé mi vida;
mis dulzuras quedaron a tus manos prendidas;
ahora soy un ánfora de perfumes vacía.


Cuánta dulce tortura quietamente sufrida
cuando, picada el alma de tristeza sombría,
sabedora de engaños, me pasada los días
¡besando las dos manos que me ajaban la vida!

Alfonsina Storni

1 de junio de 2009

Mujer que abre litorales

Eres mujer de marinas,
mujer que abre litorales.
El aire de las mañanas,
blanco, es el aire tuyo
de sal--y son como velas
al viento, y son banderas
flameando a bordo de los amplios
vestidos tuyos, tan claro

Giorgio Caproni

Giorgio Caproni


Nacido el 7 de enero de 1912 en Livorno, Giorgio Caproni fue sin duda uno de los mayores poetas del siglo XX. Di origini modeste, il padre Attilio è ragioniere e la madre, Anna Picchi, sarta. De orígenes modestos, su padre Attilio es un contador y de la madre, Anna Picchi, modista. George descubre principios de la literatura a través de los libros de su padre, hasta el punto de que siete años para encontrar a su padre en la biblioteca una antología de poetas de Orígenes (i Siciliani, la Toscanos), sigue siendo irremediablemente involucrados y fascinados. . Durante el mismo período dedicado al estudio de la Divina Comedia, que inspirado en "La semilla de las lágrimas" y "El muro de la tierra." Durante el período de la Primera Guerra Mundial, se trasladó con su madre y su hermano Pierfrancesco (mayor que él por dos años) en la casa de un pariente, Bagni Italia, mientras que el padre se llama a las armas.
La muerte de novia Olga Franzoni en 1936 da una pista a la pequeña colección de poesía "Como una alegoría, que se publicó en Génova por el Emiliano Orfini. La trágica muerte de la niña, a causa de septicemia, causa profundo dolor en el poeta como testigo de muchas de sus composiciones de ese período, En 1938, después de la publicación de "Bailando con Fontanigorda" para el editor de Emiliano Orfini, esposa Lina Rettagliata; en el mismo año se trasladó a Roma ya sólo cuatro meses.Al año siguiente fue llamado a las armas, y en mayo de 1939 su primer hijo nació, Silvana. En el estallido de la guerra fue anunciado en la parte delantera de los Alpes Marítimos y en Venecia. En 1951 se dedicó a la traducción de "encontrar tiempo", que será seguido por otras versiones en francés de muchos clásicos de los Alpes.
Elpoeta muere el 22 de enero de 1990 en su casa romana.

Reir llorando

Viendo a Garrik -actor de la Inglaterra-
el pueblo al aplaudirlo le decía:
"Eres el más gracioso de la tierra,y el más feliz..."
Y el cómico reía.

Víctima del spleen, los altos lores
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores,
y cambiaban su spleen en carcajadas.

Una vez, ante un médico famosol
legóse un hombre de mirar sombrío:
"Sufro -le dijo-, un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mío".

"Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importa mi nombre ni mi suerte.
En un eterno spleen, muriendo vivo,
y es mi única ilusión la de la muerte"

.-Viajad y os distraeréis. -
¡Tanto he viajado!-
Las lecturas buscad.
-¡Tanto he leído!-
Que os ame una mujer.
-¡Si soy amado!-
Un título adquirid.
-¡Noble he nacido!-
¿Pobre seréis quizá?
-Tengo riquezas.
-¿De lisonjas gustáis?
-¡Tantas escucho...!
-¿Qué tenéis de familia?
-Mis tristezas.
-¿Vais a los cementerios?
-Mucho... mucho...
-De vuestra vida actual ¿tenéis testigos?
-Sí, mas no dejo que me impongan yugos;
yo les llamo a los muertos mis amigos
yo les llamo a los vivos, mis verdugos.

-Me deja -agrega el médico- perplejo
vuestro mal, y no debo acobardaros;
tomad hoy por receta este consejo:
"Sólo viendo a Garrik podréis curaros".
-¿A Garrik?-
Sí, a Garrik... La más remisa
y austera sociedad le busca ansiosa;
todo aquel que lo ve muere de risa,
¡tiene una gracia artística asombrosa!

-¿Y a mí me hará reír?-
¡Ah sí, os lo juro!;
él sí, nada más él, mas... ¿qué os inquieta?
-Así -dijo el enfermo-, no me curo:¡yo soy Garrik!...
cambiadme la receta.

¡Cuántos hay que cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reir como el actor suicida,
sin encontrar para su mal remedio!

¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora
el alma llora, cuando el rostro ríe!

Si se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos nuestra planta pisa,
lanza a la faz la tempestad del alma
un relámpago triste: la sonrisa.

El carnaval del mundo engaña tanto,
que las vidas son breves mascaradas;
aquí aprendemos a reír con llanto,
y también a llorar con carcajadas.

Juan de Dios Peza

Juan de Dios Peza

Nace en 1852 en la ciudad de México Juan de Dios Peza,quien es bendecido con una preclara inteligencia, a la vez quecon un medio ambiente propicio para desarrollar todos sustalentos, pues al ingresar en 1869 a la Escuela NacionalPreparatoria inmediatamente se convierte en el alumnopredilecto de un gran pensador Mexicano; Ingacio Ramírez,"El Nigromante" Al egresar de ese centro de estudiosingresa a la Escuela de Medicina donde establece granamistad con otro grande de aquel tiempo; Manuel Acuña.Quien lo llega a estimar al grado de llamarlo "hermano". Peza, fue un hombre liberal, el liberalismo estabaen boga en aquella época, su entusiasmo y apasionamientopor dicho movimiento lo llevo a renunciar a sus estudiospara entregarse de lleno al periodismo. En 1878 es nombrado secretario de la legación de Méxicoen España, al lado de Riva Palacio. Y de nuevo su destinolo lleva a unirse a otras grandes luminarias de aquella épocapues en Madrid se rodea y sociabiliza con personajes comoel politico Castelar, y escritores como Núñez de Arce, Campoamory Selgas. Al regresar a México empieza a poner su candidaturapara lograr puestos publicos y es electo diputado al Congresode la Unión. Siguieron otros cargos publicos en lo sucesivo,pero sin abandonar las letras, como poeta tiene un estilo único,es realista a la vez que lleno de infinita ternura. Canta alhogar y a sus hijos. Entre los libros que publico estan:Hogar y Patria, La Lira de la Patria, El Arpa del Amor, Recuerdosy Esperanzas, Flores del Alma y Vinos Festivos. Muere en 1910Año en el cual el pais estaba a punto de entrar en otra gran conflagracion.

(Fuente:http://www.los-poetas.com/)

31 de mayo de 2009

Felix Lope de Vega


Félix Lope de Vega y Carpio, Madrid, 1562- id., 1635) Escritor español. Lope de Vega procedía de una familia humilde y su vida fue sumamente agitada y llena de lances amorosos. Estudió en los jesuitas de Madrid (1574) y cursó estudios universitarios en Alcalá (1576), aunque no consiguió el grado de bachiller.
Debido a la composición de unos libelos difamatorios contra la comedianta Elena Osorio (Filis) y su familia, por desengaños amorosos, Lope de Vega fue desterrado de la corte (1588-1595). No fue éste el único proceso en el que se vio envuelto: en 1596, después de ser indultado en 1595 del destierro, fue procesado por amancebamiento con Antonia de Trillo.
Estuvo enrolado, al menos, en dos expediciones militares, una la que conquistó la isla Terceira en las Azores (1583), al mando de don Álvaro de Bazán, y la otra, en la Armada Invencible. Fue secretario de varios personajes importantes, como el marqués de Malpica o el duque de Alba, y a partir de 1605 estuvo al servicio del duque de Sessa, relación sustentada en una amistad mutua.
Lope se casó dos veces: con Isabel de Urbina (Belisa), con la que contrajo matrimonio por poderes tras haberla raptado antes de salir desterrado de Madrid; y con Juana de Guardo en 1598. Aparte de estos dos matrimonios, su vida amorosa fue muy intensa, ya que mantuvo relaciones con numerosas mujeres, incluso después de haber sido ordenado sacerdote. Entre sus amantes se puede citar a Marina de Aragón, Micaela Luján (Camila Lucinda) con la que tuvo dos hijos, Marcela y Lope Félix, y Marta de Nevares (Amarilis y Marcia Leonarda), además de las ya citadas anteriormente.
(Fuente:http://www.biografiasyvidas.com/)

Estar enamorado

Estar enamorado, amigos, es encontrar
el nombre justo a la vida.
Es dar al fin con las palabras que para hacer
frente a la muerte se precisa.
Es recobrar la llave oculta que abre la cárcel
en que el alma está cautiva.
Es levantarse de la tierra con una fuerza que
reclama desde arriba.
Es respirar el ancho viento que por encima de
la carne respira.
Es contemplar, desde la cumbre de la persona,
la razón de las heridas.
Es advertir en unos ojos una mirada verdadera
que nos mira.
Es escuchar en una boca la propia voz
profundamente repetida.
Es sorprender en unas manos ese calor de la
perfecta compañía.
Es sospechar que, para siempre, la soledad
de nuestra sombra está vencida.
Estar enamorado amigos, es descubrir dónde
se juntan cuerpo y alma.
Es percibir en el desierto la cristalina voz de
un río que nos llama.
Es ver el mar desde la torre donde ha quedado
prisionera nuestra infancia.
Es apoyar los ojos tristes en un paisaje de
cigüeñas y campanas.
Es ocupar un territorio donde conviven los
perfumes y las armas.
Es dar la ley a cada rosa y al mismo tiempo
recibirla de su espada.
Es confundir el sentimiento con una hoguera
que del pecho se levanta.
Es gobernar la luz del fuego y al mismo tiempo
ser esclavo de la llama.
Es entender la pensativa conversación del
corazón y la distancia.
Es encontrar el derrotero que lleva al reino de
la música sin tasa.
Estar enamorado, amigos, es adueñarse de
las noches y los días.
Es olvidar entre los dedos emocionados la
cabeza distraída.
Es recordar a Garcilazo cuando se siente la
canción de una herrería.
Es ir leyendo lo que escriben en el espacio las
primeras golondrinas.
Es ver la estrella de la tarde por la ventana de
una casa campesina.
Es contemplar un tren que pasa por la montaña
con las luces encendidas.
Es comprender perfectamente que no hay
fronteras entre el sueño y la vigilia.
Es ignorar en qué consiste la diferencia entre
la pena y la alegría.
Es escuchar a medianoche la vagabunda
confesión de la llovizna.
Es divisar en las tinieblas del corazón una
pequeña lucecita.
Estar enamorado, amigos, es padecer espacio
y tiempo con dulzura.
Es despertarse una mañana con el secreto de
las flores y las frutas.
Es libertarse de sí mismo y estar unido con
las otras criaturas.
Es no saber si son ajenas o son propias las
lejanas amarguras.
Es remontar hasta la fuente las aguas turbias
del torrente de la angustia.
Es compartir la luz del mundo y al mismo
tiempo compartir su noche obscura.
Es asombrarse y alegrarse de que la luna
todavía sea luna.
Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea
de ser hombre es menos dura.
Es empezar a decir siempre, y en adelante no
volver a decir nunca.
Y es, además, amigos míos, estar seguro de
tener las manos puras.


Francisco Luis Bernardez

Francisco Luis Bernardez


(Buenos Aires, 1900-1978) Poeta argentino de inspiración cristiana, vinculado inicialmente a las vanguardias españolas, viajero incansable y portaestandarte lírico de la catolicidad. Vivió en España y Portugal de 1920 a 1925, y sufrió el contagio del ultraísmo, del que se fue librando en rápida evolución hacia formas místicas de fondo clásico. En su primer libro, Orto (1922), prevalece el tono modernista; el ultraísmo campea en Bazar (1922) y Kindergarten (1924) para comenzar a diluirse en Alcándara (1925), donde surge ya con vigor el poeta católico de un barroquismo conceptuoso y original.
Ya en esta trayectoria, publica en 1935 El buque, galardonado con el Premio Municipal de Poesía de Buenos Aires; sigue con Cielo de tierra (1937) y con La ciudad sin Laura (1938), de temas de amor y métrica formal. Y alcanza su plenitud lírica con sus libros Poemas elementales (1942) y Poemas de carne y hueso (1943), obras por las que se le concedió el Premio Nacional de Poesía en 1944.
El resto de su obra es una prolongación de esta plenitud lírica, con los excesos retóricos y la dureza escolástica que empobrecen a veces su poesía: El ruiseñor (1945), Las estrellas (1947), El Ángel de la Guarda (1949), Poemas Nacionales (1949), La flor (1951) y El arca (1954). Sus versiones de los himnos del Breviario Romano y sus trabajos en prosa, casi todos verdaderamente poemáticos, completan la obra de este notable escritor argentino, que fue director general de Cultura Intelectual (1944) y director general de Bibliotecas Públicas Municipales (1944-1950) en su país.

30 de mayo de 2009

Los espejos

Yo que sentí el horror de los espejos
no sólo ante el cristal impenetrable
donde acaba y empieza, inhabitable,
un imposible espacio de reflejos

sino ante el agua especular que imita
el otro azul en su profundo cielo
que a veces raya el ilusorio vuelo
del ave inversa o que un temblor agita

y ante la superficie silenciosa
del ébano sutil cuya tersura
repite como un sueño la blancura
de un vago mármol o una vaga rosa,

hoy, al cabo de tantos y perplejos
años de errar bajo la varia luna,
me pregunto qué azar de la fortuna
hizo que yo temiera los espejos.

Espejos de metal, enmascarado
espejo de caoba que en la bruma
de su rojo crepúsculo disfuma
ese rostro que mira y es mirado,

infinitos los veo, elementales
ejecutores de un antiguo pacto,
multiplicar el mundo como el acto
generativo, insomnes y fatales.

Prolongan este vano mundo incierto
en su vertiginosa telaraña;
a veces en la tarde los empaña
el hálito de un hombre que no ha muerto.

Nos acecha el cristal. Si entre las cuatro
paredes de la alcoba hay un espejo,
ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejo
que arma en el alba un sigiloso teatro.

Todo acontece y nada se recuerda
en esos gabinetes cristalinos
donde, como fantásticos rabinos,
leemos los libros de derecha a izquierda.

Claudio, rey de una tarde, rey soñado,
no sintió que era un sueño hasta aquel día
en que un actor mimó su felonía
con arte silencioso, en un tablado.

Que haya sueños es raro, que haya espejos,
que el usual y gastado repertorio
de cada día incluya el ilusorio
orbe profundo que urden los reflejos.

Dios (he dado en pensar) pone un empeño
en toda esa inasible arquitectura
que edifica la luz con la tersura
del cristal y la sombra con el sueño.

Dios ha creado las noches que se arman
de sueños y las formas del espejo
para que el hombre sienta que es reflejo
y vanidad. Por eso nos alarman.



Jorge Luis Borges

Buenos Aires

Y la ciudad ahora es como un plano
de mis humillaciones y fracasos;
desde esa puerta he visto los ocasos
y ante ese mármol he aguardado en vano.
Aquí el incierto ayer y el hoy distinto
me han deparado los comunes casos
de toda suerte humana; aquí mis pasos
urden su incalculable laberinto.
Aquí la tarde cenicienta espera
el fruto que le debe la mañana;
aquí mi sombra en la no menos vana
sombra final se perderá, ligera.
No nos une el amor sino el espanto;
será por eso que la quiero tanto.

Jorge Luis Borges

Jorge Luis Borges


(Buenos Aires, 1899 - Ginebra, Suiza, 1986) Escritor argentino. Jorge Luis Borges procedía de una familia de próceres que contribuyeron a la independencia del país. Su antepasado, el coronel Isidro Suárez, había guiado a sus tropas a la victoria en la mítica batalla de Junín; su abuelo Francisco Borges también había alcanzado el rango de coronel.
Pero fue su padre, Jorge Borges Haslam, quien rompiendo con la tradición familiar se empleó como profesor de psicología e inglés. Estaba casado con la delicada Leonor Acevedo Suárez, y con ella y el resto de su familia abandonó la casa de los abuelos donde había nacido Jorge Luis y se trasladó al barrio de Palermo, a la calle Serrano 2135, donde creció el aprendiz de escritor teniendo como compañera de juegos a su hermana Norah.
En aquella casa ajardinada aprendió Borges a leer inglés con su abuela Fanny Haslam y, como se refleja en tantos versos, los recuerdos de aquella dorada infancia lo acompañarían durante toda su vida. Apenas con seis años confesó a sus padres su vocación de escritor, e inspirándose en un pasaje del Quijote redactó su primera fábula cuando corría el año 1907: la tituló La visera fatal. A los diez años comenzó ya a publicar, pero esta vez no una composición propia, sino una brillante traducción al castellano de El príncipe feliz de Oscar Wilde.
En el mismo año en que estalló la Primera Guerra Mundial, la familia Borges recorrió los inminentes escenarios bélicos europeos, guiados esta vez no por un admirable coronel, sino por un ex profesor de psicología e inglés, ciego y pobre, que se había visto obligado a renunciar a su trabajo y que arrastró a los suyos a París, a Milán y a Venecia hasta radicarse definitivamente en la neutral Ginebra cuando estalló el conflicto.
Borges era entonces un adolescente que devoraba incansablemente la obra de los escritores franceses, desde los clásicos como Voltaire o Víctor Hugo hasta los simbolistas, y que descubría maravillado el expresionismo alemán, por lo que se decidió a aprender el idioma descifrando por su cuenta la inquietante novela de Gustav Meyrink El golem.
Hacia 1918 lee asimismo a autores en lengua española como José Hernández, Leopoldo Lugones y Evaristo Carriego y al año siguiente la familia pasa a residir en España, primero en Barcelona y luego en Mallorca, donde al parecer compuso unos versos, nunca publicados, en los que se exaltaba la revolución soviética y que tituló Salmos rojos.
En Madrid trabará amistad con un notable políglota y traductor español, Rafael Cansinos-Assens, a quien extrañamente, a pesar de la enorme diferencia de estilos, proclamó como su maestro. Conoció también a Valle Inclán, a Juan Ramón Jiménez, a Ortega y Gasset, a Ramón Gómez de la Serna, a Gerardo Diego... Por su influencia, y gracias a sus traducciones, fueron descubiertos en España los poetas expresionistas alemanes, aunque había llegado ya el momento de regresar a la patria convertido, irreversiblemente, en un escritor.
De regreso en Buenos Aires, fundó en 1921 con otros jóvenes la revista Prismas y, más tarde, la revista Proa; firmó el primer manifiesto ultraísta argentino, y, tras un segundo viaje a Europa, entregó a la imprenta su primer libro de versos: Fervor de Buenos Aires (1923). Seguirán entonces numerosas publicaciones, algunos felices libros de poemas, como Luna de enfrente (1925) y Cuaderno San Martín (1929), y otros de ensayos, como Inquisiciones, El tamaño de mi esperanza y El idioma de los argentinos, que desde entonces se negaría a reeditar.
Durante los años treinta su fama creció en Argentina y su actividad intelectual se vinculó a Victoria y Silvina Ocampo, quienes a su vez le presentaron a Adolfo Bioy Casares, pero su consagración internacional no llegaría hasta muchos años después. De momento ejerce asiduamente la crítica literaria, traduce con minuciosidad a Virginia Woolf, a Henri Michaux y a William Faulkner y publica antologías con sus amigos. En 1938 fallece su padre y comienza a trabajar como bibliotecario en las afueras de Buenos Aires; durante las navidades de ese mismo año sufre un grave accidente, provocado por su progresiva falta de visión, que a punto está de costarle la vida.
Al agudizarse su ceguera, deberá resignarse a dictar sus cuentos fantásticos y desde entonces requerirá permanentemente de la solicitud de su madre y de su amigos para poder escribir, colaboración que resultará muy fructífera. Así, en 1940, el mismo año que asiste como testigo a la boda de Silvina Ocampo y Bioy Casares, publica con ellos una espléndida Antología de la literatura fantástica, y al año siguiente una Antología poética argentina.
En 1942, Borges y Bioy se esconden bajo el seudónimo de H. Bustos Domecq y entregan a la imprenta unos graciosos cuentos policiales que titulan Seis problemas para don Isidro Parodi. Sin embargo, su creación narrativa no obtiene por el momento el éxito deseado, e incluso fracasa al presentarse al Premio Nacional de Literatura con sus cuentos recogidos en el volumen El jardín de los senderos que se bifurcan, los cuales se incorporarán luego a uno de sus más célebres libros, Ficciones, aparecido en 1944.
Vicisitudes públicas
En 1945 se instaura el peronismo en Argentina, y su madre Leonor y su hermana Norah son detenidas por hacer declaraciones contra el nuevo régimen: habrán de acarrear, como escribió muchos años después Borges, una "prisión valerosa, cuando tantos hombres callábamos", pero lo cierto es que, a causa de haber firmado manifiestos antiperonistas, el gobierno lo apartó al año siguiente de su puesto de bibliotecario y lo nombró inspector de aves y conejos en los mercados, cruel humorada e indeseable honor al que el poeta ciego hubo de renunciar, para pasar, desde entonces, a ganarse la vida como conferenciante.
La policía se mostró asimismo suspicaz cuando la Sociedad Argentina de Escritores lo nombró en 1950 su presidente, habida cuenta de que este organismo se había hecho notorio por su oposición al nuevo régimen. Ello no obsta para que sea precisamente en esta época de tribulaciones cuando publique su libro más difundido y original, El Aleph (1949), ni para que siga trabajando incansablemente en nuevas antologías de cuentos y nuevos volúmenes de ensayos antes de la caída del peronismo en 1955.
En esta diversa tesitura política, el recién constituido gobierno lo designará, a tenor del gran prestigio literario que ha venido alcanzando, director de la Biblioteca Nacional e ingresará asimismo en la Academia Argentina de las Letras. Enseguida los reconocimientos públicos se suceden: Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cuyo, Premio Nacional de Literatura, Premio Internacional de Literatura Formentor, que comparte con Samuel Beckett, Comendador de las Artes y de las Letras en Francia, Gran Premio del Fondo Nacional de las Artes de Argentina, Premio Interamericano Ciudad de Sèo Paulo...

Inesperadamente, en 1967 contrae matrimonio con una antigua amiga de su juventud, Elsa Astete Millán, boda de todos modos menos tardía y sorprendente que la que formalizaría pocos años antes de su muerte, ya octogenario, con María Kodama, su secretaria, compañera y lazarillo, una mujer mucho más joven que él, de origen japonés y a la que nombraría su heredera universal. Pero la relación con Elsa fue no sólo breve, sino desdichada, y en 1970 se separaron para que Borges volviera de nuevo a quedar bajo la abnegada protección de su madre.
Los últimos reveses políticos le sobrevinieron con el renovado triunfo electoral del peronismo en Argentina en 1974, dado que sus inveterados enemigos no tuvieron empacho en desposeerlo de su cargo en la Biblioteca Nacional ni en excluirlo de la vida cultural porteña.
Dos años después, ya fuera como consecuencia de su resentimiento o por culpa de una honesta alucinación, Borges, cuya autorizada voz resonaba internacionalmente, saludó con alegría el derrocamiento del partido de Perón por la Junta Militar Argentina, aunque muy probablemente se arrepintió enseguida cuando la implacable represión de Videla comenzó a cobrarse numerosas víctimas y empezaron a proliferar los "desaparecidos" entre los escritores. El propio Borges, en compañía de Ernesto Sábato y otros literatos, se entrevistó ese mismo año de 1976 con el dictador para interesarse por el paradero de sus colegas "desaparecidos".
De todos modos, el mal ya estaba hecho, porque su actitud inicial le había granjeado las más firmes enemistades en Europa, hasta el punto de que un académico sueco, Artur Ludkvist, manifestó públicamente que jamás recaería el Premio Nobel de Literatura sobre Borges por razones políticas. Ahora bien, pese a que los académicos se mantuvieron recalcitrantemente tercos durante la última década de vida del escritor, se alzaron voces, cada vez más numerosas, denunciando que esa actitud desvirtuaba el espíritu del más preciado premio literario.
Para todos estaba claro que nadie con más justicia que Borges lo merecía y que era la Academia Sueca quien se desacreditaba con su postura. La concesión del Premio Cervantes en 1979 compensó en parte este agravio. En cualquier caso, durante sus últimos días Borges recorrió el mundo siendo aclamado por fin como lo que siempre fue: algo tan sencillo e insólito como un "maestro".


La felicidad

Un cielo azul de estrellas
brillando en la inmensidad;
un pájaro enamorado
cantando en el florestal;
por ambiente los aromas
del jardín y el azahar;
junto a nosotros el agua
brotando del manantial
nuestros corazones cerca,
nuestros labios mucho más,
tú levantándote al cielo
y yo siguiéndote allá,
ese es el amor mi vida,
¡Esa es la felicidad!...

Cruza con las mismas alas
los mundos de lo ideal;
apurar todos los goces,
y todo el bien apurar;
de lo sueños y la dicha
volver a la realidad,
despertando entre las flores
de un césped primaveral;
los dos mirándonos mucho,
los dos besándonos más,
ese es el amor, mi vida,
¡Esa es la felicidad...!

Manuel Acuña

A Rosario

Esta hoja arrebatada a una corona
que la fortuna colocó en mi frente
entre el aplauso fácil e indulgente
con que el primer ensayo se perdona.

Esta hoja de un laurel que aún me emociona
como en aquella noche, dulcemente,
por más que mi razón comprende y siente
que es un laurel que el mérito no abona.

Tú la viste nacer, y dulce y buena
te estremeciste como yo al encanto
que produjo al rodar sobre la escena;

Guárdala y de la ausencia en el quebranto,
que te recuerde de mis besos, llena,
al buen amigo que te quiere tanto.



Manuel Acuña

Manuel Acuña


Manuel Acuña. Poeta mexicano nacido el 27/8/1949 en Saltillo, Coahuila, Mexico. Se suicidó ingiriendo cianuro en su habitación de la Escuela de Medicina el 6/12/1873. Fue un poeta que se desarrolló en el estilizado ambiente romántico del intelectualismo mexicano de la época.
Como estudiante universitario abordó varias ramas de la ciencia, además de varios idiomas,.Comenzó la carrera de medicina, aunque su muerte a los 24 años le impidió completar sus estudios.
Su carrera literaria fue breve, aunque fructífera. Comenzó en 1868 una elegia a Eduardo Alzúa (amigo suyo). Ese mismo año, al lado de un grupo de intelectuales, funda la Sociedad Literaria Nezahualcóyotl en uno de los patios del Ex convento de San Jerónimo, que le sirvió para dar sus primeros pasos como poeta. Varios de sus trabajos de esta época se encuentran en el suplemento del periódico La Iberia.
Es ya una leyenda que su enamoramiento de Rsario de la Peña fue la presumible causa de su infortunado suicidio,.. Para otros, Rosario fue solamente una razón adicional a sus problemas de pobreza extrema. Acerca de Rosario de la Peña se sabe que también fue pretendida por Jose Marti y Manuel M. Flores. Con todo, recientemente se ha dejado claro que aunque el enamoramiento por De la Peña pudo tener lugar, la realidad era que Acuña sostenía una relación menos idealizada con una poetisa que a la postre se convirtió en una intelectual famosa: Laura Mendez de Cuenca- Uno sus poemas más célebres es Nocturno a Rosario (enlace abajo), su trabajo más representativo, dedicado obviamente a Rosario de la Peña. El hidrocálido Jesús F. Contreras realizó una escultura a Manuel Acuña, la cual fue expuesta en el pabellón Mexicano de la Exposición Universal de París en en el año de 1900, junto con su obra Malgre-Tout, por las cuales mereció la banda de la Legión de Honor. La obra de mármol de Carrara se encuentra en la plaza Acuña de Saltillo.
Sus restos fueron trasladados a Saltillo en 1917 y yacen en la Rotonda de los Coahuilenses Ilustres del Panteón de Santiago de su ciudad natal.

(Fuente: wikipedia)

29 de mayo de 2009

A orillas de otro mar

A orillas de otro mar, otro alfarero se retira en sus años tardíos.
Se le nublan los ojos, las manos le tiemblan, ha llegado la hora del adiós.
Entonces ocurre la ceremonia de la iniciación:
el alfarero viejo ofrece al alfarero joven su pieza mejor.
Así manda la tradición, entre los indios del noroeste de América:
el artista que se va entrega su obra maestra al artista que se inicia.
Y el alfarero joven no guarda esa vasija perfecta
para contemplarla y admirarla, sino que la estrella contra el suelo,
la rompe en mil pedacitos, recoge los pedacitos
y los incorpora a su arcilla.

Eduardo Galeano

Eduardo Galeano


Nació en Montevideo, en 1940. A los catorce años entró al mundo del periodismo, publicando dibujos que firmaba Gius, para la dificultosa pronunciación castellana de su primer apellido (Su nombre completo es Eduardo Hugbes Galeano). Algún tiempo después, empezó a publicar artículos. Se firmó Galeano, y así se le conoce. Ha hecho de todo. Fue mensajero y dibujante, peón en una fábrica de insecticidas, cobrador, taquígrafo, cajero de banco, diagramador, editor y peregrino por los caminos de América. Algunas veces se murió, pero resucitó siempre. En Montevideo dirigió un diario y algunos periódicos, sucesivamente clausurados por el superior gobierno a los acreedores. Fue jefe de redacción del semanario Marcha y director del diario Época. En Buenos Aires, fundó y dirigió la revista "Crisis". A principios de 1985, regresó a Uruguay, al cabo de un exilio de doce años en Argentina y España.

(Fuente: http://www.rincondelpoeta.com.ar/biografia_galeano.htm)

Dia

Para hacer un día tan lleno de raíces

bastó un árbol. Para empaparlo en miel dorada y embriagante

bastó una abeja.

Vengo acumulando piedras por si acaso

falta una en la construcción de la torre,

vengo guardando cántaros para cuando

logre derramarse el líquido.

Para hacer un vuelo de nidos viajeros

hoy basta un solo pájaro,

para fabricar un pez

hoy basta el agua.

Gran día de edificios y de montaje de puentes,

de fecundo mugir de vacas

y señales de lluvia.

Día moreno y brillante que me recuerda

mi obligación de cantar.

Joaquin Pasos

Tormenta

Nuestro viento furioso grita a través de palmas gigantes
sordos bramidos bajan del cielo incendiados con lenguas de leopardos
nuestro viento furioso cae de lo alto.
El golpe de su cuerpo sacude las raíces de los grandes
árboles salen del suelo los escarabajos
las serpientes machos.
Nuestro viento furioso sigue su camino mojado
es el jugo oscuro de la tarde que beben los toros salvajes
es el castigador del campo.
Los hombres oyen en silencio los gemidos del aire
con el alma quebrada, el cuerpo en alto
los pies y la cara de barro.
Las indias jóvenes salen al patio, rompen sus camisas
ofrecen al viento sus senos desnudos, que él se encarga de
afilar como volcanes.

Joaquin Pasos

Joaquin Pasos


Nacido en Granada, Nicaragua el 14 de mayo de 1914, se formó en el Colegio Centroamérica. Anteriormente había estudiado parte de la primaria en el centro escolar de una apreciable y recordada profesora de la ciudad, a la que dedicaría —años más tarde— su poema ocasional “La era de la Carmela Noguera”. Por consiguiente, la presencia granadina —con el muelle de su puerto lacustre y el kiosko de su Parque Colón, las niñas estudiando piano a las diez de la mañana y los cocoteros, a medianoche, temblando bajo la luna— se hallan presente en sus inicios poéticos.Estos se remontan a sus catorce años, cuando residía temporalmente en Managua. Allí, a mediados de 1928, leyó “Cinco Parques” de José Coronel Urtecho, publicados en una revista dirigida por su hermano Luis Pasos Argüello, Luis Alberto Cabrales y José Coronel Urtecho. Tanto le impresionaron que los omitió en tres de sus primeros poemas: “Prólogo”, “Motivos de blanco y negro” y “Con neblina”, aparecidos a los pocos meses en El Diario Nicaragüense. Dichos textos motivaron el comentario anónimo (“Cenáculo de Poetas Jóvenes en Managua”), donde se afirmaba que la generación recién salida de la infancia había respondido a la invitación de aventura y exploración que se advertía en aquella “peligrosa poesía vanguardista”, introducida por Coronel Urtecho.Dentro de su permanente y regocijada actividad en el desarrollo del Movimiento de Vanguardia, Joaquín usó su heterónimo, Juan Argüelles Darmstadt, y se inscribió en una mesa electoral —a finales de 1932— como poeta. Sin duda, era el primero de los nicaragüenses que así se declaraba.1932 fue el año de su floración vanguardista, rica en vivencias literarias. Algunos lo toman muy en serio, como Pedro J. Cuadra Ch., director de El Diario Nicaragüense, quien le dedica unas glosas de sus artículos combativos en un pequeño libro: Puntos de literatura. De 1933 a 1934, mientras colabora en Suplemento, La Reacción y La Voz de Oriente, estudia Derecho en su ciudad natal. Pero en 1935 se trasladó a Managua para proseguir su carrera. Labora y colabora en varias revistas: Opera bufa, Centro, Los Lunes de la Nueva Prensa (donde tiene a su cargo las sesiones fijas “Laboratorio” y “Manicomio”). Termina su quinto curso de Derecho en la Universidad Central, pero no se preocupa por obtener el título. Viaja por avión a San José de Costa Rica en busca del libro Todo puede suceder de George y Helen Papashvily. Su familia le arregla sus cosas personales en casa de una novia, con la que nunca contrae matrimonio; en cambio, tiene un hijo con otra. La dipsomanía le hostiga, prepara su agonía; y el 20 de enero de 1947, cuatro meses antes de cumplir los 33 años, se le acaba la vida: joven poeta que deslumbró a sus contemporáneos y sigue haciéndolo en la actualidad con aquellos que lo admiran.Había dejado corregidas las pruebas de una selección poética Breve suma (Managua: Editorial Nuevos Horizontes). Su obra reunida se encuentra actualmente con el título de Poemas de un joven, libro que cierra con el monumental “Canto de guerra de las cosas”.


(Fuente:http://www.los-poetas.com/)